Por Gustavo Leal F.
En el largo arco neoliberal 1982-2018, difícilmente puede encontrarse una decisión de política más desafortunada que la reforma de Zedillo al IMSS (1995) y la de Calderón-Beltrones al Issste (2007). Sin embargo, a pesar de la contundente evidencia sobre su fenomenal fracaso, hay voces que dictan una convenenciera realidad exclusivamente ajustada a sus intereses.
Es el caso de Sergio Méndez, ahora director general de BlackRock-México y antes alto directivo de la Afore XX1- Banorte para quien, desde su origen, el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) ha estado en continua “evolución”, obteniendo reconocimiento internacional por “solidez y transparencia”, constituyéndose en pilar “importante” del mercado financiero local (El Heraldo de México, 27/10/23).
Este sistema “moderno”, según Méndez, hizo dos cambios “fundamentales”: primero se “transformó” de sistema de Beneficio Definido manejado por el IMSS a de Contribución Definida basado en cuentas individuales administradas por afores.
Segundo, introdujo cuentas individuales, lo que “permitió” a los afiliados contar con información “importante” como quién la administra, cuánto cobra, cuál es su valor y, a partir de cálculos actuariales y el ritmo de la acumulación del ahorro, el monto “estimado” de su pensión. Esto “abrió” camino a un concepto de gran valor: el individuo como “responsable” de su retiro, no el gobierno, no su familia. El retiro se tornó una decisión “personal”.
Además, según Méndez, “inicialmente” existía sólo un fondo, lo cual limitaba la inversión a fondos de renta fija gubernamental, pero se fue “transformando” al introducir el valor al riesgo que corren las afores y los fondos de ciclos de vida. El SAR ha sido “ancla” para desarrollar un mercado de renta fija de largo plazo líquido y profundo, reconocido a nivel mundial.
Como cualquier tecnócrata, Méndez olvida que la ecuación del SAR está invertida: ofrece ahorrar “para” el retiro, no para “anclar” mercados financieros muy “reconocidos”, pero que pagan pensiones miserables. No sorprende tampoco que, desde esta perspectiva, Méndez aplauda el tibio ajuste que aplicó AMLO (diciembre 2020) a las pensiones de los trabajadores del IMSS (apartado A) que sólo patea el bote a 2030 y que, en su opinión, ataca la “crisis silenciosa” del retiro, desde la “raíz”.
Para Méndez, el “nivel” de ahorro interno generado por el SAR crea un impacto positivo en la economía: cada peso invertido en empresas o proyectos de largo plazo fomenta la creación de empleos formales remunerados con prestaciones, consumo y ahorro, aunque, claro, evite agregar que ese “impacto positivo” sólo paga pensiones miserables.
No es casual que, frente a este cuadro de “modernización” y “adaptación” de un SAR que reúne 6 billones de pesos que publicita BlackRock-México para un retiro “digno y seguro”, la iniciativa de AMLO del 59.2.24 que adiciona párrafos al artículo 123 constitucional para “lograr” un verdadero cambio de panorama, sostenga que el esquema “neoliberal” que padeció México hasta 2018 condenó a las generaciones futuras a una escasez de derechos, entre ellos el de una pensión “justa”.
Es innegable que el sector financiero, las administradoras privadas de fondos de pensiones y las compañías de seguros de vida se han “beneficiado” tras la privatización de las pensiones ya que, con datos de la Consar, las promesas aducidas en la implantación del sistema de capitalización “no” se cumplieron, pues sólo 750 trabajadores (uno por ciento) de la denominada “generación afore” alcanzaría una pensión justa. Con la entrada en vigor (1997) de la reforma Zedillo al IMSS, se llevó a cabo “uno de los mayores atropellos” a la seguridad social de los mexicanos.
De ahí que el Decreto AMLO que establece la creación del Fondo de Pensiones para el Bienestar (Diario Oficial de la Federación, 30/4/24) se proponga “brindar” a los institutos de seguridad social los recursos necesarios para “procurar” que los trabajadores reciban un “complemento” a las obligaciones del gobierno federal en relación con la pensión que se obtenga conforme a las disposiciones aplicables. Es decir: entrar al rescate del fallido SAR y sus pensiones autofinanciadas.
Sin embargo, para Larry Fink, fundador, presidente y consejero delegado de BlackRock, los mercados de capitales “pueden” ser parte de la solución a la crisis de pensiones por el envejecimiento de la población mundial. Ante este panorama, Fink insiste, generar “ahorros” para la jubilación, “nunca ha sido más urgente”. Es decir la misma receta ya fracasada (La Jornada, 27/3/24).
No sorprende que la reciente Comisión Independiente para la Igualdad con Justicia Fiscal del señor Gerardo Esquivel se preocupe ahora de garantizar la “sostenibilidad” de las pensiones y asuma alegremente la misma fracasada receta cuando recomienda “fomentar” el ahorro individual voluntario diseñando asesorías para que los trabajadores puedan acceder a información clara para su “toma de decisiones”. Exactamente, la misma fracasada receta neoliberal.
UAM-X