Cuando YouTube se creó, en 2005, nada hacía presagiar que la plataforma de entretenimiento podría ayudar a moldear tendencias globales en el consumo de Internet. La compulsividad con la que usuarios de todo el mundo han reproducido infinitas veces un mismo vídeo gracioso, divertido, espeluznante o enternecedor ha conseguido que el término “viral” se emplee para hablar de este tipo de contenido de forma global. De momento, eso sí, la RAE no recoge una segunda acepción más allá de la médica.
Por eso, en un momento en el que la viralización de contenidos ha constituido el objetivo para muchos usuarios, marcas y negocios en Internet, resulta llamativo atender a las cifras: lo viral ya no lo es tanto. Según un estudio de Buzzsumo, el contenido de este estilo impacta un 50% menos que hace tres años.
Hacia dónde deben dirigirse ahora las estrategias de las marcas y empresas? Tras intentar buscar un pico de popularidad, tanto negocios solventes como meros usuarios de redes sociales han descubierto que lo que realmente merece la pena no es un minuto de gloria, sino toda una vida de reconocimiento. Y eso es, también, complicado de conseguir y de mantener.
Viendo que las redes sociales se llenan de influencers, micro influencers y de falsos influencers, el patrón se puede entender a simple vista. La capacidad de dirigir la atención hacia un producto, marca o empresa cotiza al alza, mucho más que llamar la atención sin que exista un contenido coherente que la respalde.
Pero, entonces, ¿el viral ha muerto? Las informaciones virales han determinado un nuevo tipo de contenido, las noticias falsas o ‘fake news’, que actúan de este mismo modo, y que traen consigo la desinformación, en el mejor de los casos, y una escalada real de violencia en las calles de un país, si nos situamos en un escenario más dramático.
Una de las razones por las que lo viral puede tener menos impacto que antes es obvia: el viral cansa. El usuario, saturado de vídeos aparentemente increíbles y de historias estrambóticas, deja a un lado ese tipo de contenido para dar paso a algo más reposado, que no implica necesariamente que sea de una mayor calidad.
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