Por Sergio Grosjean
Esta imagen del año 1998, cuando era un polluelo, corresponde al cenote «San Antonio», ubicado dentro de la poligonal del sitio arqueológico en Mayapán, siendo que este fue uno de los primeros trabajos arqueológicos realizado por un arqueólogo especializado en espeleobuceo, y creo, podría considerarse el primero en su tipo en Yucatán, ya que en aquellos tiempos, la joven especialidad del espeleobuceo y la arqueología subacuática en cenotes estaban dando sus primeros pasos con las técnicas propias de cada especialidad en nuestro estado.
En el sitio hallamos gran cantidad de restos óseos dispersos en el cuerpo de agua que tenía una profundidad máxima de 14 metros. Recuerdo que debido a la falta de equipo y casi todo muy rudimentario por no decir «chafa», se descompusieron dos lámparas a esa profundidad lo que ocasionó que me trabe en una pequeña cueva cuando intentaba colectar un cráneo, y gracias al entrenamiento y una pequeña tercera lámpara logré salir con vida, ya que por falta de arqueólogos con esa especialidad, tuve que hacer el trabajo solo dentro del agua; sin embargo, con el invaluable apoyo de nuestra amiga y colega Georgina y el espeleólogo Mario Novelo con los que siempre estaré agradecido.
Importante, no podemos olvidar a los pioneros de esta especialidad en el buceo en Yucatán, quienes de manera autodidacta comenzaron a incursionar a las cuevas inundadas de una manera más que temeraria como en su momento lo hice con mis compañeros Enrique Soberanes (+) y Raúl Vázquez. Estas historias las recordaremos en el nuevo podcast de Expedición Grosjean acompañados de nuestros amigos y antropólogos Carlos Evia y Chepo Ruiz, amplios conocedores del tema.
