jueves, octubre 17, 2024

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Sin control de la especulación urbana y la segmentación inmobiliaria, ¿para qué sirven la planeación urbana y la programación municipal en Mérida?

Por Jorge Franco Editoriales

No. Definitivamente, no puedo decir que la planeación urbana y la programación municipal no sirven para nada en la actualidad política de la capital yucateca. Sin embargo, sí puedo afirmar que, ahora mismo, no tienen ninguna posibilidad de servir para nada histórico, como sería imponer condiciones científicas y sociales al capitalismo inmobiliario que determina la preponderancia oligárquica sobre las obras municipales y los servicios públicos, así como también propicia la estratificación policéntrica por todos los rumbos de nuestra ciudad.

Dígase lo que se diga sobre los afanes empeñados en el Programa Municipal de Desarrollo Urbano de Mérida (PMDUM), este documento sucumbe debido a la ignorancia supina sobre el modelo especulativo de crecimiento urbano que se ha configurado por intereses transnacionales durante las últimas décadas. Se trata de ese proceso de ´´urbanización´´ plagado de las irregularidades públicas y corruptelas privadas, que impone la especulación urbana, el tráfico inmobiliario y la explotación constructiva por sistema ´´benefactor´´, es decir, como si tales prácticas fueran ´´legítimas´´ fuentes de acumulación de riqueza empresarial, contratación de actividad profesional y manipulación del empleo asalariado en la cotidianeidad emeritense.

Honestamente, debo compartir con ustedes que no está claro para nadie por qué, si los grupos empresariales que respaldaron a Mauricio Vila y ahora respaldarán a Joaquín Díza Mena, saben bien de qué trata este asunto del capitalismo inmobiliario que impone la estratificación policéntrica en el Centro Histórico y la periferia urbana, el ´´Observatorio Ciudadano´´ que trabaja para ellos más allá del presente trienio, todos ellos guardan silencio sepulcral al respecto.

Planeación urbana y programación municipal para urbanismo democrático y no como artificio tecnocrático para que la especulación inmobiliaria de clase mundial sea la forma hegemónica de hacer ciudad

El modelo de crecimiento urbano que se ha consolidado en Mérida durante las últimas décadas, donde el mercado inmobiliario ha sido el único privilegiado desde la ignorancia oficial del proceso de urbanización mercantil de interés transnacional, ha tenido como consecuencia directa la profundización de la estratificación urbana en una ciudad policéntrica.

La constitución del modelo estratificador y policéntrico, como visión hegemónica de cualquier otro suceso urbano de interés científico o social, ha transitado en la capital yucateca por dos vertientes arbitrarias e impositivas de la clase dominante: 1) presentar los intereses particulares de la clase transnacional como los intereses democráticos de la sociedad emeritense, acompañando este proceso segregador con un discurso oligárquico impregnado de prejuicios clasistas y componendas elitistas, que han servido para construir un imaginario que asume la vivienda de uso familiar como una residencia de valor mercantil, en una doble condición de bien de uso familiar y depositaria de patrimonio personal, y 2) reclamar las políticas municipales como los servicios más calificados para impulsar el desarrollo inmobiliario de clase mundial, vigilando este proceso segmentador con un equipo tecnocrático cargado de sesgos y fijaciones, que ha funcionado para ejercer un control administrativo del curso estratificador desde el Ayuntamiento de Mérida. Se le ha pretendido como ´´Observatorio Ciudadano´´, a pesar de que se han evidenciado más incondicionalidades que a quienes sirven.

Bajo tales concubinatos neoliberales entre empresarios privados y autoridades municipales desde los mismos planes urbanos, nuestra ciudad se ha convertido en un campo utilitario para el capitalismo inmobiliario, sea como lugar de acopio y transacción de bienes materiales o como centro de la producción de mano obra para procesos constructivos. Mérida ha dejado de ser una fuerza de producción que sirve de soporte tanto a las relaciones generales de la misma, la circulación libre de los capitales y las condiciones de la reproducción de la fuerza de trabajo, para quedar como una simple reserva de especulación para la transnacionalización de la industria inmobiliaria de clase mundial. En síntesis, la ´´muy noble y muy leal ciudad´´ no es más el sistema espacio territorial a través del cual se desenvuelven los procesos de producción, circulación y consumo que necesitan de un soporte físico para tener lugar, sino una sede policéntrica de negocios de especuladores urbanos y agentes inmobiliarios, que dependen de los proyectos exclusivos y las inversiones externas para pretenderse ´´exitosos´´.

Así las cosas, el principal problema que más se ha acentuado en la ciudad emeritense bajo el capitalismo inmobiliario con o sin PMDUM, ha sido la desintegración entre sus diferentes segmentos urbanos, mismo por lo cual he sentenciado que existe un serio problema de estratificación policéntrica. Este problema debido a la urbanización mercantil fuera de control municipal, puede apreciarse claramente desde las alturas de las torres inmobiliarias más altas que ahora se construyen con inversiones externas. Desde allí, puede comprobarse la falta de continuidad paisajística en Mérida, es decir, una multitud de solares comunes frente a algunos desarrollos exclusivos, pero todo caóticamente sembrado para acentuar este fenómeno desintegrador en la capital yucateca.

Finalmente, debo señalar que, aunque los discursos oficiales sigan pretendiendo que nuestra ciudad es un lugar exitoso, privilegiado y seguro para la reproducción de las condiciones de la vida, desde el trabajo y la vivienda hasta la producción del conocimiento, no cabe duda que la planeación urbana y planeación municipal no están sirviendo para urbanismo democrático, sino como un artificio tecnocrático para que la especulación inmobiliaria de clase mundial sea la forma hegemónica de hacer ciudad. ¡¡Muy lamentable pero cierto!!

Rechazo a la ignorancia supina del capitalismo inmobiliario en Mérida.

Debo enfatizar que el capitalismo inmobiliario ignorado en el PMDUM, ha sido el suceso que ha hecho que la economía emeritense sea la única que puede fingirse que ha crecido en estos años de transnacionalización frente al resto de Yucatán.

Sin embargo, aunque el Ayuntamiento pague a los medios masivos para que desplieguen que Mérida crece con las inversiones externas, está claro que ´´su crecimiento´´ depende de las operaciones de los especuladores urbanos y los agentes inmobiliarios, debido a la escasez de inversiones industriales y tecnológicas y la deficiente formación de capital humano avanzado.

En consecuencia, para que los aplausos políticos a favor del ´´diferencial de crecimiento´ de la capital yucateca, no nos pongan a tono con la preponderancia oligárquica que impulsa la segmentación y la segregación clasistas desde la misma junta emeritense, conviene recordar de modo consecuente para qué sirven la planeación urbana y la programación municipal.

Procede asumir que el modo capitalista realmente operante de producir la ciudad emeritense bajo la rectoría del Ayuntamiento de Mérida, ha instrumentado de modo artificioso la condición equidistributiva originaria del urbanismo moderno, recurriendo a instrumentos jurídicos de planeación como el PMDUM.

Y tales instrumentos municipales han servido más para satisfacer al nuevo marco de la actuación inmobiliaria de clase mundial, coadyuvando a desencadenar la grave crisis de estratificación policéntrica por toda la capital yucateca. Sin lugar a dudas, los tecnócratas municipales han sido ´´geniales expertos´´ para construir anti ciudad.

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