Por Sergio Ceballos
Durante la investigación sobre el Ateneo Peninsular, hubo un hallazgo que capturó especialmente mi atención: una fotografía de una antigua capilla, cuyo archivo original pertenece a la Fototeca Pedro Guerra. Ya la había visto antes en uno de los trabajos de Adonay Cetina, donde se refería como parte de la ciudadela de San Benito, aunque siempre me pareció un tanto extraño.
Curiosamente, la propia Fototeca también la ubicaba en esa zona.
La clave llegó con una de esas joyas visuales que conserva el Ibero-Amerikanisches Institut: una fotografía tomada por Teobert Maler alrededor de 1890. En ella, se puede distinguir claramente la fachada de la capilla, orientada hacia el oriente, es decir, hacia lo que hoy es la calle 58. La imagen está captada desde la ciudadela de San Benito, con una vista hacia el poniente, y confirma la existencia y ubicación precisa de esta construcción.
Esta capilla formó parte del Seminario Conciliar de San Ildefonso. Tras la clausura del seminario en 1867, fue reutilizada como sede de la Contaduría Mayor de Hacienda. De hecho, encontré un documento de 1878 que la describe brevemente en un contexto muy significativo:
“En la preciosa capilla del Seminario, donde hoy se halla instalada la oficina del C. Contador mayor de Hacienda del Estado, en presencia de un pueblo numeroso, del Obispo Esteves y de otras notabilidades eclesiásticas, se oyó al ilustre discípulo de Moreno, el Sr. Lorenzo de Zavala, negar con entereza en un acto público, la autoridad de S. Tomás de Aquino en materias filosóficas. ¡Funesto golpe asestado a las rancias preocupaciones de nuestros mayores!
Los Juzgados de lo civil, primero del crimen, Jefatura de Hacienda y otras diversas oficinas, ocupaban los demás salones. Ya hemos dicho que en la antigua capilla de la contaduría mayor de Hacienda y es curioso que en el sitio donde antes estaba la tribuna sagrada, hoy campea el retrato del exgobernador Cirerol.”
Esta capilla fue demolida en 1915 para dar paso al actual Pasaje de la Revolución. Cabe aclarar que, incluso antes de la llegada de Salvador Alvarado, el inmueble ya había pasado a manos del gobierno civil. Hoy, puede apreciarse la fotografía en la Sala de Sitio del Ateneo Peninsular.
