Imposible felicitar a Liborio Vidal Aguilar en su nueva encomienda como Secretario de Educación. Es una gran responsabilidad que tendrá que asumir y de cuyos resultados estaremos pendientes.
Le reconozco a Liborio su ubicuidad política -no ideológica-, su capacidad acomodaticia y su desdibujada y poco clara imagen al pretender ser lo que no es: indígena? Academico? Priísta, panista, verde, perredista? En fin, para quienes lo quieran y quienes no lo quieran es él.
No puedo desearle mal y creo que en el transcurso de su vida en cargos públicos pudo aprender mucho de la administración pública, así como de operaciones políticas en lo que es experto, sin embargo, hay cargos que requieren o deben requerir ciertos perfiles específicos -no exactamente políticos- y que al no cubrirse, tal como es el caso de ahora, se corren riesgos de sobrepolitizar la ya politizada educación, se ofende a educadores a quienes se les exige cubrir muchos requisitos curriculares y se pone en riesgo la calidad del servicio educativo.
Sin embargo, insisto en que no puedo desearle mal ni a él y menos a la educación en mi Estado, por lo que espero que todas las advertencias catastróficas (lógicas y posibles) no se cumplan. Sin embargo, es solo una esperanza basada en mi querer y no en razones, porque la razón apunta en sentido contrario a mi querer.
Lo que es evidente es que Yucatán está gobernado con una agenda electorera muy alejada del interés público. Seguro iremos viendo más de la maquinaria electoral que se ha montado desde la calle 61 de Mérida la cual, de nuevo con vaga esperanza, deseo que no termine por envilecer la vida pública de este Yucatán que los buenos yucatecos amamos.
por Hector Daniel Aguilar Rivero