«La presencia divina de Jesús, el Cristo Dios, se presentó ante nuestros abuelos mayas con toda su divinidad según la doctrina expuesta por la Iglesia. Él es nombrado como Jajal Dios Mején Bil, el Dios hijo, la segunda persona en la Trinidad, que había de venir al mundo y morir en la cruz para resucitar glorioso y con esto dar vida plena al sentido de nacer, vivir y morir. Es el Dios hecho hombre, y no el hombre hecho dios según las antiguas creencias prehispánicas. Es el verbo hecho carne, es el Dios Citbil, como le llaman y a la vez lo invocan los labios de los mayeros yucatecos, Citbil, “lo que se ha pronunciado”, es “la palabra viva” o en actividad, es el verbo que da sentido a lo expresado. Concepto, que tiene profundidad mental, es yo hablo, yo soy.»
«La conjugación que se conoce es limitada, en su diccionario Juan Pio Pérez deja ver algunas de estas formas con: ce, cenob, cehí, ciob, citac, cih, cihi. Es verbo que entraña además un profundo sentido de “ser”, “esencia”, individualidad. Así ten cen, yo soy, tech ceh tu eres.»
«Abonando en el tema llega a la conclusión Antonio de Mediz Bolio que Citbil, “ejercicio de la palabra suponen la condición del ser, de existencia, de individualidad. Se recuerda el apotegma escolástico: cógito, ergo sum. Así cit bil, significa “el que es”, como consecuencia de su sentido de palabra, el verbo.” Detrás de esto se deja ver el profundo estudio de los misioneros católicos en la definición de los dogmas en la lengua nativa, en este caso la vertiente en tomar el nombre de Cristo forma y sentido en la lengua Maya.»
Viernes Santo en Yucatán. Texto de José Iván Borges Castillo