Cuando Montejo el Mozo y sus compañeros fundaron la ciudad, para construir sus casas y la iglesia Catedral tuvieron necesidad de albañiles y “convencieron”, así, entre comillas, a los mayas habitantes de un poblado cercano, al poniente de la nueva ciudad, para que los ayudaran en las construcciones. A ese poblado los españoles le dieron en nombre de Santiago, por el santo patrono de la península ibérica.

Al crecer la ciudad, Santiago fue anexado a Mérida como un barrio, que era el que tenía el mayor número de habitantes. Ahí en Santiago se dijo la primera misa en Mérida, antes que en la Catedral. En una capilla al lado sur de la actual iglesia existe una placa donde se hace constar que, efectivamente, ése es el sitio de la primera misa.
Al aumentar el tamaño de la ciudad, la población blanca se estableció en Santiago. De este barrio salía el camino hacia Sisal, el principal puerto yucateco. Por ese sendero -la actual calle 59 A-, la emperatriz Carlota entró a Mérida en el período que nuestra historia patria llama el Segundo Imperio.
Por Santiago pasaba la primera línea telegráfica, que comunicaba a Mérida con Sisal. Este puerto se volvió el punto de exportación del henequén, la principal riqueza yucateca de fines del siglo XIX y principios del siglo XX de nuestra era. Desde luego, en Santiago estaban las bodegas donde se almacenaba la fibra para luego exportarla.
La importancia de Santiago en la vida de Mérida la vemos en las construcciones realizadas en el barrio, que en 1906 fueron admiradas por el presidente de la República Porfirio Díaz, durante su visita a Yucatán.
Ahí están el Hospital O’Horán, el Hospital de Enfermedades Mentales, la Escuela de Medicina, la Penitenciaría del Estado, el Parque de la Paz y la calle 59, muy afrancesada según los gustos de la época, que constituyó una elegante entrada a la ciudad. Posteriormente se agregaron el Parque del Centenario y la Avenida Itzáes, que sustituyó al viejo camino a Campeche.
El Santiago actual sigue siendo importante para Mérida. Advertimos que, al igual que en otros barrios la población ha emigrado a las colonias de la periferia y sus antiguas habitaciones ahora alojan comercios de distintos giros. Pero en Santiago sus habitantes son numerosos, su mercado sigue funcionando y sus loncherías y comederos están llenos de gente a todas horas. Las misas, principalmente los domingos, se celebran con gran número de asistentes.
Hasta hace poco tiempo funcionaba, aunque con otro nombre, el viejo cine Rex, al que la gente sigue llamando de esta manera. Es el único cinematógrafo meridano ajeno a las plazas comerciales, que funcionaba en un barrio. Tenemos la agradable noticia de que el cine Rex pronto volverá a funcionar, para beneplácito de los santiagueros.
Podemos ver que Santiago sigue vivo y con muchos habitantes. El suburbio tiene tres colegios de enseñanza elemental y media superior: El Colegio Americano, con cerca de mil alumnos y más de 100 años de existencia, la Escuela Vicente Guerrero y el más antiguo: El colegio Nicolás Bravo, visitado por Porfirio Díaz en 1906, como dije antes.
También en ese rumbo están dos universidades, la Mesoamericana San Agustín y la República de México. Con sólo la existencia de estos centros de enseñanza, donde se educa al futuro del país, se advierte la considerable importancia que Santiago tiene para Mérida.
Hasta la próxima reflexión.