Se extiende como la pólvora. El cántico viral ‘Un violador en tu camino’, creado por el colectivo chileno Lastesis, ha traspasado fronteras y acumula decenas de representaciones en distintos lugares del mundo. Santiago de Chile, Bogotá, París, Nueva York, Madrid o Nueva Delhi. La performance pone el foco en la impunidad de la violencia sexual y se ha convertido en un grito colectivo que ocupa el espacio público, una especie de catarsis capaz de concentrar múltiples sensaciones para cambiar el sentido de las cosas y, sobre todo, de la culpa.
El poder de expansión no se ha quedado en las calles. Son las 05.45 de la mañana de un sábado reciente cualquiera en una discoteca del centro de Madrid y, entre canción y canción, comienza a sonar la letra en formato remix: ‘Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía’. La creación se está empezando a escuchar en clubs nocturnos y en ambientes de fiesta, al estilo de cualquier otra con la que bailar y ‘perrear’ hasta altas horas de la mañana.
Esto ha generado polémica en redes sociales (sobre todo en países de América Latina) y que pone en el centro un debate complejo de pocas certezas y muchos interrogantes. ¿Es una buena o mala noticia? El formato discotequero sin aparente intención feminista, ¿vacía de contenido el mensaje o lo expande? ¿Dónde ponemos el límite? ¿Quién y cómo se decide dónde y de qué manera se puede cantar o representar?
Todas las voces consultadas para este reportaje coinciden en algo: el potente efecto feminista del cántico y su capacidad para interpelar a quienes ven la representación y a quienes la protagonizan. Pero, además, comparten el diagnóstico sobre los riesgos y las implicaciones que puede tener. Ello sin perder de vista que el éxito de la canción es producto del gran empuje feminista actual y también de un sistema que tiende a apropiarse de lo crítico.
Eve Reyes habla desde Santiago de Chile, donde surgió la performance en el contexto de las masivas protestas y como forma de señalar la brutalidad policial y las denuncias que acusan a militares y carabineros de haber cometido actos de violencia sexual en el transcurso de las movilizaciones. “Son los ‘pacos’ [carabineros]. Son los jueces. El Estado. El presidente”, clama la letra original –adaptada posteriormente en otros países–. “Tengo sentimientos encontrados con la idea de que suene en las discotecas”, responde a eldiario.es en primer lugar esta jurista chilena que participó en una de las representaciones.
“Por una parte, es importante que el mensaje se difunda con la potencia que lo ha hecho hasta ahora, llegando a lugares inesperados, en otros idiomas; una suerte de protesta mundial que pone de relieve las opresiones y abusos que transversalmente vivimos las mujeres solo por el hecho de serlo”, prosigue Reyes, que pone el foco en que es, precisamente, esa difusión es la que ha permitido que muchas “nos atrevamos a hablar y, de este modo, acabar con el peso y la culpa que, en la mayoría de los casos, cargamos quienes hemos vivido una experiencia de abuso o violación”. Un proceso que la propia Reyes contó en este artículo en primera persona.
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