Del Periodista Wilbert Torre
«Hoy ha trascendido», escribí en este muro a manera de homenaje, y al borrar y corregir recordé su voz honda y esa peculiar forma de enseñar de maestro sabio, generoso y severo. «Amigo Torre, voy a perseguirlo hasta el fin del mundo con sus verbos pasivos», decía mi querido maestro, concentrado en mostrarme el poder de los párrafos breves y las frases precisas, el amor por la palabra y el lenguaje. «¡Quién te enseñó a leer, amigo Torre!», me punzaba con su ironía recalcitrante, y con paciencia me enseñaba a leer como se debe hacer y señalaba mis errores en el texto.
Martiniano Alcocer tenía una sola encomienda, una magia única: enseñarte a escribir, y al hacerlo pulir y editar con elegancia y sobriedad lo redactado por los reporteros del Diario de Yucatán, hasta hacerlo aparecer como si lo hubiese escrito una sola persona. Poco más de un año estuve bajo su tutela y en ese tiempo aprendí a olfatear los pasivos, perseguir los gerundios y prescindir del uso del «que», como lo hacía José Alvarado al otro lado del país. Hoy pensaba en todo esto, cuando alcé la vista y vi este espectáculo en la torre de la catedral de Mérida. Hoy trascendió Martiniano Alcocer, periodista íntegro, maestro de periodistas y usuario incansable y amoroso de la palabra. Gracias y buen viaje, en horizonte despejado, mi querido maestro.
