Madrid. No fue un “perdón”, pero casi. Y no lo dijo el rey de España, Felipe VI, a través de una carta abierta o un discurso público, pero sí el ministro de Asuntos Exteriores del gobierno español, el socialista José Manuel Albares, quien por primera vez reconoció a nombre de España “el dolor” y “las injusticias” que sufrieron los pueblos originarios de México a lo largo de la historia, en concreto durante la Conquista y el periodo colonial. “La historia compartida entre México y España, como toda historia humana, tiene claroscuros. Ha habido dolor e injusticia hacia los pueblos originarios. Hubo injusticia, justo es reconocerlo y lamentarlo. Esa es parte de nuestra historia compartida, no podemos negarla ni olvidarla”, aseguró Albares en el acto oficial de inauguración de las cuatro exposiciones de arte precolombino en Madrid, “La mitad del mundo. La mujer en el México indígena”.
Las palabras de Albares fueron un mensaje claro hacia el gobierno de México, con el que intentan desde hace años recuperar el diálogo y la normalidad diplomática alteradas desde el año 2019, cuando el entonces Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, envió una carta a las autoridades españolas en las que reclamaba un perdón público por parte del rey de España, en su calidad de jefe de Estado, por los excesos durante la Conquista y la Colonia. La respuesta por parte de España fue el silencio, tanto desde la Casa Real como del Ejecutivo, ya presidido por el socialista Pedro Sánchez y que es el que tiene la facultad de decidir la política exterior.
El ministro español habló por primera vez de “injusticia”, de “dolor” y hasta pronunció la palabra “lamentamos”, casi como un preámbulo del “perdón” que se reclama desde México.“España nunca olvidará y nunca dejaremos de agradecer la acogida del pueblo mexicano y del gobierno de Lázaro Cárdenas a los exiliados españoles que encontraron en aquella otra orilla del océano que nos une la libertad que aquí les negaba la dictadura. Y a los mexicanos que nunca nos dieron la espalda, aquellos españoles libres, como los españoles libres de hoy en día, damos las gracias. Esos españoles enriquecieron con su arte, con su cultura y con su ciencia nuestro patrimonio compartido. Cultura, lengua, arte, ciencia, vínculos económicos, sociales, personales, familiares, todo eso de grande y positivo hay y ha habido en nuestra relaciones en nuestra historia. Una historia muy humana. Y como toda historia humana, de claroscuros. Y también ha habido dolor e injusticia hacia los pueblos originarios, a los que se dedica esta exposición. Hubo injusticia, justo es reconocerlo hoy.
Y justo es lamentarlo. Porque esa es también parte de nuestra historia compartida y no podemos ni negarla ni olvidarla”.
Antes de las palabras de Albares, y de su propia llegada al acto de inauguración en la sede central del Instituto Cervantes, a que arribó con casi una hora de retraso, había hablado en nombre del gobierno de México, el antropólogo Diego Prieto, titular de la Unidad de Culturas Vivas, Patrimonio Inmaterial e Interculturalidad de la Secretaría de Cultura federal, quien leyó una carta enviada ex profeso por la Presidenta Sheinbaum en la que decía que “México es tierra de raíces profundas. Su grandeza cultural no se explica sin las civilizaciones originarias que florecieron mucho antes de la llegada de los europeos y sin las mujeres que dieron forma a esas culturas…
Pero esta historia también tiene heridas, la Conquista no fue un encuentro entre iguales, fue un proceso brutal de violencia, imposición y despojo. Se intentó destruir no sólo territorios, sino culturas enteras, saberes milenarios, lenguas, modos de vida.
Las mujeres indígenas sufrieron especialmente ese embate, fueron silenciadas, desplazadas, violentadas. Sin embargo resistieron en silencio y en acción, en lo individual y en lo colectivo, en el telar y en la palabra, en el rito y en la comunidad. Hoy esas voces resurgen con fuerza, las mujeres indígenas de México siguen creando, luchando y enseñando”.
Y el propio director del Instituto Cervantes, el poeta Luis García Montero, quien además acababa de regresar de México de un breve viaje de trabajo, entró de lleno en el asunto que estaba en el fondo y en la superficie de la inauguración: la búsqueda de la normalización de las relaciones bilaterales entre ambos países. “El ser humano desde el asesinato de Caín a las bombas de Hiroshima, desde las violencias coloniales a las cámaras de gas, desde las represiones autoritarias a la explotación social, tienen muchos motivos para pedirse disculpas a si mismos. Y la cultura es la mejor respuesta en defensa de la dignidad humana, que nos debe unir hacia el futuro. Por eso esta exposición centrada en la mujer indígena adquiere una resonancia internacional. Nos recuerda que toda civilización se sostiene sobre la memoria”.
Hasta ahora el gobierno español no había tenido ni el más mínimo gesto de contrición de los abusos durante la Conquista y el periodo colonial. Ni siquiera cuando la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, decidió no invitar a su toma de posesión al rey de España dada su negativa a responder a la carta de petición de perdón. Y así fue, nadie de la Casa Real ni del gobierno español acudieron a la sesión solemne en la Cámara de los Diputados, a la que desde España sólo acudió un grupo reducido de diputados de partidos de la izquierda española y de las fuerzas independentistas vascas y catalanas, pero ninguno del gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Y es notoria la preocupación que persiste en la diplomacia española por la deriva que ha tomado la crisis, que ha provocado que en los últimos siete años ningún mandatario mexicano haya visitado España en gira oficial. De hecho, el último presidente en funciones que viajó a Madrid fue Enrique Peña Nieto, poco antes de ceder el bastón de mando a López Obrador. El próximo gran acto público entre México y España será durante la Feria Internacional de Turismo (Fitur), en enero del 2026 en Madrid, en la que México será “país socio” y en la que se prevé la presencia de la mayoría de los gobernadores de los estados federativos, numerosos presidentes municipales y representantes del gobierno federal, como la secretaria de Turismo. Veremos si esa lista aumenta hasta la cúspide, como esperan con ansias los diplomáticos españoles.



