Pasó el tiempo del crispante debate legislativo sobre la Guardia Nacional (GN). Se practicaron todas las formas de contrastar valores y antivalores emitidos también en todas maneras. Parte de ello fue el ruido del protagonismo; ya tiene su propia Ley de la Guardia Nacional, pero hay largo tramo pendiente. En cada paso habrá que tenerse en cuenta el deber de ganar paz y prestigio vía la generación de concordia social.

No obstante que desde sus primeros lances operativos contra el crimen su existencia se hace evidente en la vida nacional, ahora es importante madurarla como parte esencial del Estado.
Hoy la escena pública cambia. Por doquier se observan los contingentes vestidos de gris claro cambiando el horizonte, esa escena aparentemente pasiva está cumpliendo una misión primaria, la disuasión del delito. Por hoy esa es su foto oficial, lo que percibe el pueblo, otras son sus misiones operativas.
Para llegar a esto fue necesario el diseño profesional de una organización que descansara en un marco teórico y un programa. Es una construcción mental y corpórea. Es la fase más importante de un trabajo de creación que está conduciendo a desarrollar los fundamentos del proyecto, el propósito con claridad y detalle, concretar definiciones y fundamentar las alternativas que más tarde fueron decisiones.
No hubo un ejercicio en abstracción, sin ello difícilmente se hubiera llegado al principio de finalidad, ideas rectoras y mecanismos de acción y control. Sin él las posibilidades de desviación son altas, siempre significarán un riesgo. Todo ese proceso que fue abstracto, hoy se concreta en las espinosas operaciones. Valdría mucho que la opinión pública estuviera más informada, así su juicio sería más certero.
Lo preocupante de la GN es que nada se sabe formalmente sobre interpretar los alcances de la intención y sistematizar los trabajos de creación. En sus seis años ha remontado muchos obstáculos, sin ofrecer más información que la que producen los medios, si se hubiera pensado con mentalidad de ética de la transparencia seguramente la opinión habría sido más favorable. No tenemos esa vocación.
El desarrollo de la GN como institución permanente, eficiente y respetada, como se le pensó, demanda partir de desarrollar una política de control de la violencia, la criminal, la oficial y la social. Ese es el marco interpretativo de partida.
Las aportaciones de la GN a la paz pública en sus primeros seis años (2019-25) pueden analizarse desde diversos enfoques: operativo, institucional, territorial y social. A continuación, se enumeran de manera suscita las principales contribuciones:
• Expansión territorial y cobertura nacional donde no había abrigo policial, estatal o municipal.
• Se construyeron más de 500 cuarteles a escala nacional, lo cual fortaleció la infraestructura de seguridad.
• Colabora constantemente con la FGR y otras autoridades en la captura de objetivos prioritarios del crimen organizado, según tarea.
Sus principales debilidades son:
• Está en desarrollo un sistema de inteligencia criminal.
• Bajos niveles de adiestramiento individual y colectivo.
• Baja experiencia de mandos medios y superiores.
• Coordinación deficiente con estados y municipios.
• Moral baja al no percibir un horizonte profesional.
• Poco aprecio por los derechos humanos, antes se les hizo ver como adversarios.
• Oscuridad de la información que con nada justifica su reserva.
La planeación de sus operaciones carece de horizonte a mediano plazo, de mediano alcance. Hoy sería imposible contemplar un retrato de la corporación a 20 años de distancia, seña de que se vive al día y muy lamentablemente, siempre en las operaciones reactivas. La falta de iniciativas revela falta de información, tema que se desarrolla.
Ninguna fuerza del orden goza en principio de la simpatía pública. Obtenerla es tarea difícil y constante y cada paso es un riesgo que la sociedad va a calificar y sin el beneplácito popular poco se puede, pues es el usuario de la transparencia.
Parte vital de esta nueva institución es hoy su natural falta de la personalidad como servidor público de excelencia, la que acreditará sintiéndose principio y fin de servidor público leal, noble, eficaz. El guardia civil debe desarrollar en sí un hondo sentimiento de orgullo, de satisfacción por ser lo que es. Lo que no puede ser es una masa de hombres que tuvieran a la violencia como su concepción de la vida profesional.
La GN nació en un mal parto, se hizo imprescindible en enero de 2018. Aparecieron Trump, refugiados extranjeros, inquietud social, violencia local al alza, muchos la ne cesitaban, pocos la querían. Seis años después, como toda fuerza pública, debe ganarse el respeto de la población que debería verla con gran admiración. Con ánimo auténtico, expreso mi certeza de que un día sepamos apostar por algo que lo merece.
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