VIERNES DE VEJENTUD. DÍA DE MUERTOS
Columna de Abogado Pedro Rivas Gutierrez
Dejar de recordar y agradecer a los muertos es un acto de egoísmo. Equivale a pensar que la vida empieza y acaba con la propia, que nada de lo que aquellos hicieron me atañe, que me hice solo.
Ciertamente hay muchas formas de recordarlos y agradecerles en lo personal y todos los días, pero es importante darle un sentido social, ya que los antepasados son fuente de coherencia para cualquier comunidad. En la conmemoración conjunta le rindo homenaje no solo a los míos sino también a los de otros que, como yo, forman la sociedad en la que vivo.
Todos los grupos humanos que han sido en el tiempo y el espacio han mostrado esa reverencia y han establecido sus propias formas de expresarla, que por su repetición en las centurias se han convertido en tradiciones.
Me gusta la tradición de mi pueblo, la aprendí de mis padres y la transmití a mis hijos. Aun con los cambios que las distintas generaciones van imponiendo, es importante conservar su esencia, la memoria de los que fueron y el agradecimiento por lo que hicieron, porque ambas cosas me permitieron estar aquí y ahora.
Me tiene sin cuidado la discusión bizantina de si de verdad regresan o no, me gusta mucho la fe sencilla de la gente de mi pueblo y el cuidado que ponen en cada uno de sus actos y gestos para recibir dignamente a sus muertos en estos días. Acompaño sus afanes y espero a los míos.
La celebración no es cosa de tristeza por la ausencia, el duelo correspondiente se vivió en cada caso y en su momento. Tampoco es motivo de alegría, a nadie le da gozo la falta de un pariente o un amigo. Yo diría que es un acto de memoria colectiva, cargado de gratitud y sentido de pertenencia. Te quiero, te agradezco y te recibo porque me eres importante y sigues estando en mí, bienvenido seas.
PFRG
