El gobierno de la 4T ha intentado frenar el alza de precios en los energéticos, particularmente en el gas LP. No ha podido. Si bien desde el 1 de agosto comenzó un precio tope, a mes y medio de llevarse adelante ese precio controlado, el costo del combustible ha subido.
Es lógico: importamos el 80% del gas LP. También importamos más del 80% de las gasolinas. Y los energéticos se han elevado a nivel internacional.
El aumento en los precios de los energéticos se debe a la recuperación económica a escala mundial, que demanda más combustibles, así como el impulso económico de China.
México ha intentado subsidiar los precios de los energéticos. Pero no puede sostener una olla de presión.
El precio del gas LP terminó subiendo la primera quincena de septiembre, para llegar a 0.42%. Había bajado en las tres quincenas anteriores, gracias al precio tope.
En el gas LP, el gobierno de la 4T diseñó una estrategia: precios tope, la creación de Gas Bienestar y la verificación de la Profeco a los distribuidores del combustible.
Desde agosto, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) publica precios topes de gas LP en 145 regiones del país, o sea, en 2 mil 470 municipios.
Sin embargo, aun así, la cotización ha tenido que subir.
El gas LP ha subido en lo que va del 2021, un 10.71 por ciento.
La estrategia de tener un precio controlado, a corto plazo, fue una ilusión. Esa ilusión no es sostenible.
Sería mejor emplear políticas para hacer competir a los distribuidores de gas, introducir gas natural y dar a la población más vulnerable un precio subsidiado bien focalizado.
Y las gasolinas también se han elevado en el año, de entre 13% y 20 por ciento.
Los energéticos presionan la inflación que en la primera quincena de septiembre, otra vez, fue al alza. La inflación anual fue de 5.87%, alejada del 3% anual que es el objetivo del Banco de México.
José Yuste