Del periodista Témoris Grecko
La gente que marchó ayer no pide justicia. Demanda impunidad total.
Que se pueda matar personas sin responder ante la justicia.
Exigen la liberación de los cuatro soldados detenidos por asesinar a cinco jóvenes inocentes y desarmados.
No sólo de ellos: dicen que son cientos los que deben salir de la cárcel sin siquiera esclarecer sus crímenes.
En primer lugar, los acusados están en manos de la justicia militar. Por desobedecer órdenes. ¿También les van a exigir a sus mandos que ignore la indisciplina?
En segundo lugar, sus crímenes más graves son del fuero civil, porque masacraron a civiles.
Es cierto: no están donde deberían. Porque el lugar correcto es una prisión civil.
Usar a militares en retiro y sus cercanos para realizar protestas es un viejo truco de los generales para intervenir en política. Lo hemos visto en toda América Latina.
Es una amenaza directa contra las leyes, la Constitución y las autoridades electas democráticamente.
La alta oficialidad pretende fortalecer el viejo pacto que le garantiza mantenerse fuera del alcance de la justicia civil, de la Constitución.
Hoy por hoy, tienen más poder que nunca: además de la seguridad nacional, el control legal de la seguridad pública a través de la Guardia Nacional.
Más áreas de alta sensibilidad como aduanas y puertos, y los megaproyectos más importantes de este gobierno.
¿Cómo ponerlos en orden?
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