El año que termina ha significado un parteaguas en la historia del periodismo mexicano y de muchos medios de comunicación. Vivimos 12 meses que representaron no sólo un desafío en términos de la necesidad de reinventarse para muchas plataformas, sino también de una ofensiva desde el poder que cambió las reglas del juego.
Cambio necesario
2019 representó un año de cambio para los medios de comunicación y para periodistas. La llegada del gobierno de López Obrador ha sido un factor que modificó –bruscamente en muchos casos– la manera en que operaban la mayoría de nuestros medios periodísticos.
Varias han sido las causas por las que ahora tenemos a periódicos, revistas, estaciones y portales al borde de la quiebra, miles de trabajadores despedidos y una necesidad imperiosa para modificar distintas facetas del funcionamiento de publicaciones escritas y digitales.
No fue sólo la disminución de la publicidad oficial –como una de las primeras decisiones de la actual administración federal– lo que prendió la mecha –que se suma a la disminución de las partidas a los estados en el presupuesto nacional–, sino también a la inercia que se venía dando en muchos medios y su incapacidad para adaptarse a las nuevas condiciones, lo que ha provocado que estemos en la presente situación.
Reducción de tirajes, despidos o cierres han sido parte de los primeros efectos de esto, como también la búsqueda de nuevas formas de financiamiento –apelando a la solidaridad de los lectores–, el reforzamiento de líneas editoriales o el incremento del periodismo de investigación lo que nos ha dejado el año que termina.
Simplistamente se podría culpar totalmente al gobierno de la 4T por la situación que atraviesan muchos medios, pero eso dejaría de lado el hecho de que éstos –como en aquella metáfora del sapo que muere en una olla con agua que empieza a hervir, incapaz de notar el cambio–, no se prepararon para diversificar sus fuentes de financiamiento, no apostaron por lo digital y descuidaron los productos que ofrecían a un público que cambiaba sus costumbres de exposición a la información.
Pero eso es solo una parte de un problema más complejo, pues el recorte en el gasto gubernamental en publicidad se dio con el objetivo de acallar la crítica, no como una verdadera medida de austeridad.
Prueba de lo anterior es que las televisoras se siguen llevando la mayor parte del presupuesto, además de que medios afines al actual gobierno se han visto beneficiados por esto, incluso con anuncios repetidos en sus ediciones semanales.
Además, en tanto que algunos medios marcadamente críticos al lopezobradorismo se han visto en dificultades económicas, el surgimiento de periódicos, portales y cuentas en redes sociales que van en línea con el discurso gubernamental, hace pensar que la estrategia no es ahorrar recursos, sino críticas al presidente.
Y es que a la par que se niega una distribución equitativa de publicidad oficial –como prometió el presidente–, para no afectar a los trabajadores de éstos –como también prometió–, los despidos incluso en organismos oficiales como Notimex y el cambio de línea editorial en medios estatales, como el Canal 11, son una de las caras más visibles de la estrategia de comunicación de la 4T.
En paralelo, muchos articulistas y columnistas –en especial los señalados desde Palacio Nacional– han sufrido una ofensiva en redes sociales o en portales digitales en cada oportunidad que discrepan de lo dicho por López Obrador. Buena parte de estos ataques vienen de grupos que presumen su militancia lopezobradorista, incluso sin importar que cuenten con escasos seguidores o que sus cuentas sean de reciente creación.
Así, lo que hemos atestiguado el año que termina no es sólo parte de una estrategia que busca imponer la visión del presidente que cada mañana se difunde desde el púlpito de Palacio Nacional, sino el inicio de un proceso de depuración del sistema de medios como lo conocíamos.Los que sobrevivan podrán inaugurar una nueva etapa del periodismo mexicano, aunque se ve complicado que se pueda desterrar esa costumbre negativa de alabar al gobernante en turno para así garantizar la sobrevivencia, como se puede comprobar con las preguntas a modo de algunos de los asistentes a las mañaneras o los textos que agradecen al presidente por las decisiones tomadas, aunque éstas puedan ser cuestionables por sus resultados.
El periodista mexicano se enfrenta a un nuevo horizonte profesional, debiéndose adaptar a las nuevas condiciones existentes. La pregunta es cuántos lograrán dar el salto.
Otra pregunta tiene que ver con el hecho de si los medios críticos resistirán el embate en su contra, logrando defender su actividad como contrapesos del poder sexenal.
Sin duda, la actual no es una feliz Navidad para muchos periodistas y trabajadores de medios quienes perdieron sus empleos este año. A pesar de eso, que la pasen bien en compañía de amigos y familiares, el año que viene debe ser mejor para el gremio.
Armando Reyes Vigueras
armando.reyesvigueras@gmail.com
Periodista