Terminaron las campañas. A estas alturas la mayoría de las personas que acudirán a votar saben por quién lo harán. Es mucho lo que está en juego, porque no es una elección cualquiera, ya que no solo se trata de la conformación de la Cámara de Diputados, sino de los equilibrios que puedan establecerse ante el poder presidencial.
Así planteó la elección Morena y así lo hizo la coalición opositora de Va por México. Dar el respaldo suficiente al primer mandatario, o acotarlo, haciéndolo negociar y acordar.
Los estudios de opinión revelan que tendremos una Cámara de Diputados partida por la mitad. Los aliados del morenismo lo seguirán siendo y parece factible que el bloque opositor actúe como una fracción en los temas más relevantes. Movimiento Ciudadano es un enigma, porque actúan con su propia agenda y plantean establecer una diferencia. Ni los actuales, ni los de antes.
El proceso electoral se desarrolló con violencia. Asesinatos y amagos por doquier. Si bien esto no pone en riesgo la realización de los comicios, sí muestra lo perniciosa que ha resultado la supuesta estrategia de combate al crimen.
El lunes 7 de junio, los bandidos seguirán ahí y probablemente con diputaciones y alcaldías en sus bolsillos. La magnitud y el daño que esto pueda causar es incierto, porque no se cuenta con investigaciones adecuadas sobre el fenómeno de la violencia en elecciones.
El ambiente político no luce mejor, porque la polarización también causa quebrantos, divide y dificulta arreglos que debieran ser de rutina o cuando menos no tan complejos.
Ojalá la próxima semana se entienda que se requiere de la política y el acuerdo, inclusive para transformar de modo radical a nuestro sistema democrático.
El encono no ayuda a la construcción de propuestas, porque mantiene las discusiones desde la lógica de la confrontación, en lugar de colocarlas ante la posibilidad del convencimiento.
Me parece, sin embargo, que poco cambiará en esta aspecto y ello más allá de los resultados. Por desgracia, el veneno que se esparció en estos dos años, ha infectado a propios y extraños. Un saldo terrible, sin duda.
Estamos lejos de la euforia que pudo causar el triunfo de López Obrador en su tercer intento. Pero creo por ello, que aún es más urgente el votar, no cayendo en trampa del abstencionismo, porque hay que dejar claro que los ciudadanos queremos otra ruta, la de la institucionalidad, la que permita que el cambio político no signifique la destrucción de los adversarios y de lo logrado con el tiempo.
Esto ya lo teníamos, no nos resignemos a perderlo definitivamente y vayamos este domingo a las urnas, como el país lo ha hecho ya desde hace décadas, sabiendo que los votos cuentan y se cuentan. Recordemos, son nuestros vecinos los que se encargan de las casillas y permiten que ejerzamos en libertad nuestro derecho a elegir.
ulián Andrade
Escritor y periodista.