viernes, julio 26, 2024

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El 2021 y el INE bajo ataque

Las elecciones de 2021 pintan ya como las más complicadas de la historia. Esto es así porque el contexto en que se realizarán será escabroso y plagado de obstáculos.

Para el próximo año permanecerán los efectos perniciosos desatados por el Covid-19 y en particular los que tienen que ver con la salud y la economía.

La crisis política se habrá acentuado, porque parece remoto que los intentos de polarización amainen en los próximos meses. La presentación de un documento atribuido a un inexistente BOA (Bloque Oposito Auténtico) da pistas de cómo pueden ponerse las cosas para quienes graviten fuera del grupo en el poder.

El propio presidente Andrés Manuel López Obrador ha señalado que es momento de definiciones: con la 4T o contra esta y que en el fondo solo deben existir dos partidos, el liberal, que él encabeza, y el conservador, en el que convergen los críticos a su forma de gobernar. No es así, por supuesto.

La vida política de México es, por fortuna, mucho más basta y rica que la que representaría una corte tan tajante, pero no debe hacer perder de vista que así se planteará, se planteó ya, la narrativa del próximo periodo electoral.

El INE está bajo ataque permanente. Tiene a su favor que es una institución sólida y con servidores públicos comprometidos con la democracia y que además lo han demostrado en diversas elecciones incluida, por cierto, la de 2018. ¿Esto será suficiente? No lo sabemos.

Las descalificaciones al INE de parte del partido mayoritario no auguran nada bueno. Las críticas provienen de una enfermedad que es vieja, pero que ahora puede pegar con mayor fuerza. Me explico.

Uno de los déficits más graves de la democracia mexicana es la incapacidad de los perdedores para aceptar los resultados. López Obrador, y sus seguidores más cercanos, jamás han dado por buena una contienda en la que el voto ciudadano no les hubiera favorecido.

Pensar que esto se revirtió en julio de 2018 es absurdo, ya que la propia dinámica de la elección y sus resultados, hicieron que no hubiera necesidad de probar el talante democrático de quienes no lo han hecho.

Además, este jueves, se volvió a la cantaleta de lo caro que es el INE. Nuestra democracia es costosa por el nivel de desconfianza y por los caprichos generados por quienes ahora repelan de ella.

El 2021 es distinto, y sobre todo porque está en juego la Cámara de Diputados y 15 gubernaturas, lo que podrá implicar un cambio profundo en el mapa político del país. ¿Todos los actores están dispuestos a acatar lo que se defina en las urnas? No hay modo de anticiparlo porque, insisto, no hay ejemplos históricos que así lo muestren.

Julián Andrade

Escritor y periodista.

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