Por Jorge Franco Editoriales
El afán del gobierno yucateco de negar en los discursos oficiales la realidad de la miseria extrema, sucumbe en las calles de la misma ciudad de Mérida.
Sucumbe ante todos cuando hace presencia el público show de las ancianas mayas que se arrastran por los pisos enlodados y suplican por miserables caridades, cuando se ven a las mujeres jóvenes que se prostituyen en las cantinas o vagan sin rumbo alcoholizadas y drogadas, cuando aparecen ante uno los niños callejeros que duermen entre basura y se drogan a todas horas, los vagabundos extraviados de sus facultades mentales que beben de los charcos y comen de las cloacas, etc.
No se necesita ir lejos del Centro Histórico para constatar que el «Slum Dog Way of Misery» se encuentra a la vista del público en la que los advenedizos yucatecos pretenden como una ciudad justa y perfecta del mundo globalizado.
