martes, diciembre 5, 2023

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Vientre de eterna gestacion

Por José Iván Borges Castillo

Dentro de la casa maya se alberga el refugio, el corazón de una familia, los corazones que laten y forman un todo, que se llama comunidad. Bajo este universo, armazón de palos y maderas, se alberga el sentir y la verdad de cada ser. Desde el sascab y el kankab que forma el piso hasta el tanché y los huanos del techo, se encuentra un todo, un orbe, un cosmos, el llamado “axis mundi”; La casa maya es como un cuerpo, con cabellos de huano o zacate y con huesos de coloché y piel de pak lum.
Allí descansa el cuerpo sobre la hamaca después de un día de trabajo.
Allí se forja al calor de amor a la familia.
Allí crea nuevos seres, se fundan nuevos mundos, se labora y se inventa.
Allí se teje y bordan en “xocbichuy” flores y esperanzas.
Allí se encuentra el todo en la nada.
El barro y lo fugaz, la ilusión y el encanto.
Bajo un orbe de maderas amarradas y atadas, bajo el “K´aaxilo´ob” se evidencias esas cosas amarradas al corazón de sus moradores. Como los cuadros que cuelgan en la pared, que muestran momentos especiales, son esos mismos cuadros que paulatinos se van acercándose a la mesa de altar. En Yucatán, desde que llegó la fotografía esta tomó carta de naturalidad en los rituales familiares, que a la vez sirven de cierta canonización, porque cuando el ser trasciende con la muerte su fotografía pasa a formar parte del altar, que parecer extenderse cada vez más sobre los muros de pak lum.
¡Es el Nah, la casa maya, el vientre de una madre que protege a sus hijos en una gestación sin fin!

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