Despertar temprano para poder alcanzar a comprar la cochinita aún caliente y comerla en un rico taco con tortilla calientita o una barra de pan francés acabada de salir del horno, es tarea ineludible de todo yucateco que se precie de mantener sus tradiciones y en Seyé no podía ser diferente.
Don Beto, como cada domingo, madrugó para desenterrar el delicioso platillo típico de Yucatán que se cocina en un horno de tierra, tal y como se hace desde tiempo atrás, muy temprano sus decenas de clientes hicieron largas filas para poder comprar el desayuno tradicional de cada domingo.
A las diez de la mañana, el ir y venir de los vecinos de Seyé parecía cumplir con la rutina del municipio, minutos después de esa hora, uno de los dos consultorios médicos ubicados en la población abría sus puertas para que su titular el Dr. Jaime Álvarez atendiera a las personas que buscaban curar sus dolencias.
“El Dr. Simi” como popularmente se le llama, es un médico que llegó a la población desde hace más de 15 años como parte de los servicios médicos que ofrecía una popular cadena de farmacias de medicamentos similares, desde entonces, cobrando 10, 20 o 30 pesos la consulta, conforme pasaba el tiempo, el Dr. Jaime Álvarez se convirtió en un referente de salud y de servicio social hacía las personas de escasos recursos de la población.
Actualmente, el médico cobra 40 pesos de consulta y su reputación como un médico que realmente cura, ha ido siempre en aumento. El Dr. Jaime, siempre recibe a sus pacientes con una sonrisa, en navidad acostumbra regalarle juguetes a los niños que acuden a consultar con él, “Es un gran ser humano” refieren varios de sus pacientes.
Este domingo, como siempre, se aprestó a darle consulta médica a 16 pacientes que habían pedido turno para ser atendidos, muy probablemente a las doce del día, todos sus pacientes ya estarían atendidos y para el Doctor, sería hora de seguir su rutina.
Sin embargo, poco a poco fueron llegando pacientes sin cita, personas que referían malestares como mareos, visión borrosa, taquicardia, alteraciones motrices y otros síntomas extraños. El Dr. Jaime, llevaba dos horas dando consultas y casi era hora de comer, pero anteponiendo su profesionalismo a sus necesidades personales, comenzó a atender a las personas que llegaban a su consultorio buscando ayuda.
Para las dos de la tarde el consultorio estaba atiborrado de gente, unas 60 personas hacían fila para ser atendidas y conforme se retiraban unos, llegaban otros. Vehículos de traslado médico del ayuntamiento, carros particulares, motos, mototaxis, llegaban hasta el lugar con niños, mujeres, adultos mayores y un sin número de personas que referían los mismos síntomas.
El Dr. Jaime analizó a conciencia cada caso, hizo un diagnóstico aventurado pero profesional: Se trataba de gente intoxicada con clembuterol, una substancia utilizada para engordar ganado de manera ilegal y criminal que pone en riesgo la vida de quien lo consume.
Para la tres de la tarde, bajo los candentes rayos del sol, unas 100 personas ya esperaban consulta, el Dr. Jaime no alcanzaba tiempo ni para descansar y mucho menos para tomar alimentos, en su consultorio no se venden refrescos ni galletas, con el estómago vacío el médico perdió la noción del tiempo y su única preocupación era la de salvar vidas.
El medicamento disponible en la pequeña farmacia anexa al consultorio llamado “Consultorio Médico Álvarez” ubicado en la calle 28 entre 33 y 35 de Seyé, se agotó en cuestión de minutos y en las demás farmacias de la comunidad también escaseó.
“Yo no sabía que pasaba afuera, escuchaba voces, llantos, me tocaban la puerta con insistencia, tenía que atender a la gente de manera personalizada y en pocos minutos, estuve consciente de que se habían detonado una emergencia sanitaria y estaba yo sólo, de pronto vi luces rojas por la ventana, escuché sirenas y al pasar al último paciente a consulta pude ver que llegaban paramédicos de la Secretaría de Seguridad de Yucatán a mi consultorio”, narró en breve entrevista el galeno que después de casi doce horas, no había ingerido alimento ni bebido agua.
Más de 150 personas recibieron la ayuda del Doctor que, sólo, sin comer y sin beber agua, permaneció al pie del cañón en un espacio de dos por dos metros, atendiendo un caso de intoxicación masiva sin un solo apoyo.
¿Un ángel?, ¿Un héroe?, no se sabe cual es la realidad y la esencia del Dr. Jaime Álvarez, para mucha gente fue su salvador, esa persona que sin mayor compromiso con los vecinos de Seyé que su juramento de Hipócrates, sacrificó un domingo familiar a cambio de salvar de sus dolencias a la gran familia que tiene en Seyé.
Seguramente no habrá reconocimientos oficiales para el Dr. Jaime y mucho menos premios o bombos y platillos que enmarquen las fanfarrias que antecederán a discursos que ensalcen su labor casi heroica a favor de niños y todos los que en un domingo recibieron de él, la ayuda que tanto necesitaban.
Este lunes, encontramos al Dr. Jaime en su consultorio, justo a la hora de su salida y le pedimos una entrevista; con una amplia sonrisa en el rostro nos dijo: “Dale, dos minutos, ya me voy a la chamba”, porque luego de dar consultas tiene que ir a trabajar en un empleo que lo ayuda a completar el gasto familiar y alcanzar sus sueños.
Y nos dio la entrevista, nos habló de sus temores, nos contó como tuvo que tomar una decisión crucial que salvara cientos de vidas, sonriendo contestó cada pregunta, nos dijo como se sorprendió al ver luces de torretas en su ventana, como le alivió ver llegar paramédicos a su consultorio, aunque ya no había gente para ser atendida pues los había atendido a todos, pero que eso significaba que habría quien atendiera a más afectados en caso de que los hubiera.
Fueron más de dos minutos en los que el Dr. Jaime no nos dijo con palabras lo que su sonrisa y el brillo de sus ojos narraba detrás de cada declaración: El amor y compromiso que le tiene a su profesión y sobre todo el cariño que le profesa a los vecinos de Seyé.
Al terminar la entrevista, nos levantamos y le pedimos disculpas por quitarle su tiempo, nos despidió con una sonrisa y al abrir la puerta una persona se asomó para pedirle que le diera una consulta pues se sentía mal. El Doctor sonrío otra vez, y solamente vimos como cerraba de nueva cuenta la puerta para atender a la persona que le había pedido su ayuda.
Es el Dr. Jaime Álvarez, sin duda alguna, un ser humano excepcional y seguramente tiene ya el mejor premio que pudiera recibir: El cariño de todo un pueblo que lo vio luchar junto a ellos cuando más lo necesitaban.
FUENTE: Bcp Noticias