Texto de José Iván Borges Castillo
En el antiguo pueblo de Itzmal, «el roció que cae del cielo», amanece el día 8 de diciembre de todos los años en expectación de una misteriosa leyenda, según cuenta la conseja de aquel pueblo antiguo:
Que después de aquella noche de jueves santo de 1829, tras el incendio en la entonces parroquia secular de Izamal, que consumió el retablo y la imagen monumental de Reina de Yucatán se trajo la otra imagen de igual origen que se encontraba en Mérida, para remplazar a la que fue pasto de las llamas…
Corrió la voz, entre los indígenas y aún entre personas destacadas e ilustres, que la imagen no se quemó, sino que envuelta en la mística sacra se fue a resguardar en una cueva en el interior del edificio prehispánico llamado Kinich Kakmó y que, en la madrugada del 8 de diciembre, regresa a su iglesia y se cambian con la imagen nueva, para que anualmente una presida las fiesta y celebraciones que todo el año le tributa su piadoso pueblo. Por eso la noche y la madrugada del 8 de diciembre corren en el sentir de los pobladores ese sentimiento de expectativa…
El eco del pasado se une al presente y aún existen izamaleños que dicen que, aunque no se ve cruzar a nadie por las calles, se puede sentir un suave olor a flores y rosas que paulatinamente penetra y recorre las calles de Izamal, la ciudad palacio de la Reina de Yucatán.
El inspirado el intelectual yucateco José Rueda Ontiveros en poema plasmo:
Cuéntase, ¡Oh Virgen! una rara historia
que ha quedado grabada en mi memoria:
que allí en Itzmal, en el recinto oscuro
de un cerro abrupto, en su interior se oían
cantos y rezos que escuchar solían
los que pasaban tras del cerro, el muro.
Que allí te hallabas tú, Virgen divina,
más pura que una estrella diamantada,
más linda que la luz de las auroras;
y los que allí gozosos te encontraron,
con la fe del creyente te llevaron
al sagrado recinto donde hoy moras.*
Ecos de antiguos milagros de la Virgen Itzalana traigo al recuerdo en esta feliz mañana del 8 de diciembre, donde algunos seguramente privilegiados han sentido ese olor a flores…
Texto de José Iván Borges Castillo
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Leyendas de Izamal, Ramiro Briceño L.
*Fragmento del poema titulado “A la Santísima Virgen de Izamal en las fiestas de su coronación” Publicado en el Diario de Yucatán, lunes 22 de agosto de 1949.