Por Carlos A Pérez Ricart .Profr. Investigador Cide
1) Mucho se ha hecho en los últimos cinco años para esclarecer el caso. No se debe regatear el esfuerzo del equipo de Alejandro Encinas, de la anterior Fiscalía Especializada (UEILCA) y del GIEI. Se siguió cada pista y se buscó debajo de cada piedra. Han sido una fuerza positiva. No han sido cómplices.
2) Los esfuerzos se enfrentaron a un muro: El Ejército mexicano. El papel de la institución ha sido lamentable. En la investigación del caso Ayotzinapa mostró su peor cara: un enclave autoritario que hace de la impunidad y la protección de redes criminales la razón de su mito. Es la máxima expresión del Estado profundo que el presidente López Obrador no ha querido (o no ha podido) romper. Y acaso, sin quererlo, ha fortalecido. El costo hacia el pasado ya ha sido alto; el costo hacia el futuro será mayor.
A nueve años de la tragedia, la promesa presidencial sigue sin cumplirse. En el caso Ayotzinapa no hay Verdad ni hay Justicia. Los avances logrados no permiten moderar la frustración. Aquí no hay matices ni grises.
