Un día después de proponer a Victoria Rodríguez Ceja para gobernadora del Banco de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador salió al rescate de su nombramiento, que fue mal recibido por los mercados y analistas en México y el mundo, por su inexperiencia en política monetaria y por las dudas sobre el futuro de la autonomía del banco central. Guerrero siempre, López Obrador se fugó hacia delante. Las críticas vinieron de machistas y conservadores corruptos, pero no lo derrotarán porque, aseguró, será ratificada por el Senado.
El Senado recibió la propuesta y se espera que la próxima semana, quizás el martes, sea votado y la subsecretaria de Egresos se convierta en gobernadora del banco central. El Presidente está seguro de que eso sucederá. “Sí, sí, ella va a ser la próxima gobernadora del Banco de México porque reúne los requisitos y además es una mujer responsable, repito, honesta”, dijo ayer en Zacatecas. La gimnasia no es como la magnesia, aunque el Presidente las confunda.
Rodríguez Ceja no es criticada por irresponsable o corrupta. Esos valores ni siquiera están en la mesa de la discusión. Tampoco porque no trabaje –de hecho, tiene fama de todo lo contrario–. No es igual, como planteó el Presidente el día que anunció su nominación, que trabaje presupuestos a que entienda de política monetaria. Pero, sobre todo, aunque diga lo contrario el Presidente, no reúne los requisitos que marca la ley para ser gobernadora. El artículo 39 de la Ley del Banco de México es muy claro:
“Gozar de reconocida competencia en materia monetaria, así como haber ocupado, por lo menos durante cinco años, cargos de alto nivel en el sistema financiero mexicano o en las dependencias, organismos o instituciones que ejerzan funciones de autoridad en materia financiera”.
La subsecretaria carece de esa experiencia, y no ha ocupado un cargo en ese tipo de organismo o institución que establece la ley. Esa misma restricción tenía Gerardo Esquivel, en quien originalmente pensó el Presidente para la misma Subsecretaría de Egresos –pero quien sería el titular de Hacienda, Carlos Urzúa, se deshizo de su cuña–, por lo que fue propuesto por López Obrador para ser subgobernador del Banco de México. Esquivel no tuvo problema para transitar por el Senado, debido a una excepción incorporada dentro del mismo artículo 39:
“Para la designación de dos de los cinco miembros no será necesario satisfacer los requisitos previstos en el párrafo anterior (sobre la competencia en materia monetaria), pero en todo caso, deberá tratarse de profesionales distinguidos en materia económica, financiera o jurídica. Ninguno de estos dos miembros podrá ser nombrado gobernador antes de haber cumplido tres años en su cargo”.
Rodríguez Ceja no tendría problema para llegar al Banco de México porque es, en efecto, una profesional distinguida en los temas de finanzas públicas y presupuesto donde ha estado involucrada. Pero de acuerdo con la segunda parte de ese requerimiento, está impedida por ley a ser gobernadora del Banco de México, porque la compensación por la falta de los otros requisitos hace necesario haber pasado tres años en el cargo, como Esquivel, que cumplió ese plazo el domingo pasado. Es decir, la subsecretaria no puede ser gobernadora del Banco de México, ni el Presidente fue fiel con la verdad al afirmar lo contrario.
Horas después del nombramiento, el coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, anticipó que Rodríguez Ceja sería ratificada el próximo martes, pero en una entrevista en Foro TV este jueves, matizó su declaración y aseguró que se aplicará la ley en el nombramiento de la subsecretaria. Si se aplica la ley, el Senado deberá rechazar el nombramiento. Si se aplican criterios políticos, como suelen hacerlo, Rodríguez Ceja será ratificada de una forma abiertamente ilegal y comenzará con un problema de legitimidad, que se añadirá a las deficiencias de competencia profesional señaladas, y crecerán las sospechas de que será sumisa ante los designios del Presidente.
La designación de la subsecretaria al Banco de México coloca al Senado una vez más en la difícil disyuntiva de satisfacer los deseos del Presidente, o actuar conforme a lo que su responsabilidad y mandato indican. Nuevamente chocarán los criterios jurídicos contra las necesidades políticas, lo que tiene una dimensión distinta a otros cargos que pasan por el Senado para su ratificación –como el de la recientemente votada ministra de la Suprema Corte, Loretta Ortiz, incondicional de López Obrador–, por las consecuencias que pueda tener una decisión equivocada que, eventualmente, pudiera tomar Rodríguez Ceja.
Hay un conjunto de decisiones del Banco de México que se toman de manera colegiada y por mayoría de votos en la Junta de Gobierno, que integran cinco miembros, como las resoluciones sobre las tasas de interés, de gran relevancia en los últimos meses por el debate interno que se vive sobre si se elevan y cuánto, o se mantienen estables pese a la inflación. Pero tiene otras atribuciones que sólo competen a quien encabeza el banco: todo lo referente a la regulación y supervisión de bancos, casas de bolsa y afores, o la parte operativa y regulación del funcionamiento del sistema de pagos (transacciones que se hacen cada minuto), y las políticas de inversión de las reservas internacionales, donde sólo informa, no consulta, a los miembros restantes de la junta.
La Ley del Banco de México no impide que ingrese gente capaz sin ese tipo de experiencia, pero establece requisitos para que adquieran conocimiento en la materia y desarrollen destreza. Quien encabeza el banco no puede ser una persona improvisada porque las decisiones que tienen que tomar, particularmente en el futuro mediato, harán que una nación crezca o se caiga a pedazos. El Senado debe estar a la altura de los retos y rechazarla como futura gobernadora del Banco de México, porque la ilegalidad de nombrarla implica también que aceptaron y serán compañeros de viaje del Presidente si, en una crisis, Rodríguez Ceja nos hunde a todos.
Raymundo Riva Palacio
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