Estados Unidos ha celebrado su día nacional este 4 de julio contemplando la forma en que niños que, van de los 3 años a la adolescencia, son juzgados en las cortes de migración por un juez que los observa con ojos de incredulidad e impotencia.
Dado el secretismo con que estos menores de edad siguen siendo llevados ante los jueces de migración, después de ser separados de sus padres en la frontera con México, la organización legal sin ánimo de lucro, The Immigration Counseling Service, se ha dado a la tarea de escenificar y presentar ante millones de espectadores el virtual trance por el que pasan decenas de niños que han huido de países como Honduras, Guatemala y El Salvador.
La escenificación ha contado con la ayuda del ex magistrado de Oregon, William Snouffer, quien ha protagonizado los interrogatorios a los menores a partir de la transcripción de documentos legales de las audiencias donde no se permiten cámaras, ni la presencia de periodistas.
Muchos de estos niños, a los que el presidente Trump ha caracterizado como “animales” que infestan Estados Unidos, y que son las mulas de los traficantes de drogas, violadores o asesinos, se han convertido en las víctimas principales de un drama que parece no tener fin desde que Donald Trump instauró su política de “tolerancia cero” hacia los inmigrantes que tocan a las puertas de EU para pedir asilo.
En medio del caos y el desconcierto que ha provocado esta política, niños inmigrantes desde 3 años de edad han tenido que comparecer ante un juez para defender su caso, según han declarado abogados que se han organizado para tratar de defender su causa.
“Esto no tiene nada que decir con el debido proceso. Los niños no entienden lo que un juez les preguntará. Podrán responder que si, o que no. Pero no entienden nada. Son niños”, aseguró a la cadena CNN la abogada de migración, Laura Barrera de la Universidad de Nevada.
Poco más de 2 mil niños (según cifras preliminares) han sido separados de sus padres nada más cruzar la frontera. Muchos de ellos, han sido trasladados con nocturnidad hasta destinos tan lejanos como Nueva York o en Seattle, en el estado de Washington.
Ninguno de ellos podrá contar con el testimonio de uno de sus padres, para demostrar la necesidad de solicitar asilo por cuestiones de seguridad. La mayoría de los padres que huyen con sus hijos desde países como Honduras, El Salvador o Guatemala lo hacen huyendo de la violencia.
La práctica de hacer comparecer a menores de edad ante un juez de migración no es algo nuevo. Sin embargo, la dimensión del problema que representan cientos de niños que han sido separados de sus padres, ha obligado a decenas de abogados a trabajar a marchas forzadas para tratar de representarlos.
Como parte de este escenario surrealista, donde menores de edad son obligados a comparecer ante un juez, algunos de los cientos de padres que han sido separados de sus hijos han tenido que enfrentarse a uno de los sistemas de inmigración más complejos del mundo para encontrar a sus hijos y poder reunirse con ellos.
La Jornada