Por Raul Vela Sosa
A lo largo de la historia, las civilizaciones han usado el arte de la pintura para inmortalizar sus hechos y a sus personalidades. Ese registro gráfico sirve para destacar su vigor y para dejar una huella que trascienda en el tiempo y que sea reconocida y admirada por las siguientes generaciones.
En la tradición musical yucateca, el Museo de la Canción de nuestra ciudad ha sido quien se ha dedicado a hacer ese registro a través de los pinceles del excelente artista Alonso Gutiérrez, con cuadros al óleo que inmortalizan lo más destacado de la música regional, ubicados en la galería pictórica de esa institución.
Anoche en dicho museo fuimos testigos del ceremonial de homenaje en que se develó el retrato del grupo musical “Los Juglares”, con la característica de que dicha obra no sólo es una expresión artística sino que en él subyace un componente histórico, pues al incluir a Trinidad “Trino” Quintal, sucedáneo en el grupo del siempre admirado y recodado José “Pepe” Vadillo, y a éste, junto con Fernando Vadillo y los hermanos César y José Marrufo, se manifiesta el origen y el presente del conjunto musical, todo en una sola imagen.
Atinada decisión de la directiva del Museo de la Canción Yucateca de que entre sus salas permanezca esa obra que, desde ahora, pasa a formar parte del patrimonio cultural musical y de la memoria histórica de nuestro Yucatán, para el disfrute de los visitantes. Felicitaciones a dos ejemplares anfitrionas de anoche, las incansables Elenita Fernández y Ligia Lara.
Los homenajeados correspondieron con un concierto en el que desplegaron una especial emoción que mostró su sentida gratitud al público y al museo, así como quedó de manifiesto, una vez más, su enorme calidad artística que los hace uno de los mejores exponentes musicales de América Latina.
Los Juglares, inmortales por su música, inmortales en su retrato e inmortales en nuestros corazones.
