El papa Francisco concluyó el jueves su visita de cuatro días a Chile, que tuvo como uno de los puntos más destacados el tema de los abusos sexuales cometidos contra menores por representantes de la Iglesia.
Seguramente uno de los momentos más recordados de su viaje será su discurso durante su primer acto oficial en Santiago, cuando pidió perdón por esos abusos.
“No puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia”, dijo el martes ante la presidenta Michelle Bachelet y las autoridades chilenas en la sede gubernamental de La Moneda.
“Es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir”, señaló.
Sin embargo, para muchas de esas mismas víctimas las disculpas del Sumo Pontífice no alcanzaron.
En especial cuando este jueves el Papa defendió abiertamente a un obispo acusado de haber encubierto el caso de abuso sexual más resonante del país, el llamado caso Karadima
El caso involucra al sacerdote Fernando Karadima, un hombre con poderosos contactos que era párroco de uno de los barrios más exclusivos de la capital y fue acusado de haber abusado de menores en las décadas de 1980 y 1990.
Karadima fue suspendido de por vida por el Vaticano en 2011 (siete años después de que sugieran las denuncias) y también fue hallado culpable por la justicia chilena. Sin embargo no recibió una condena judicial porque sus crímenes prescribieron.
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