«La justicia quedó a medias», dice Ruth, la empleada de la cafetería, al enterarse que el español que la agredió ha quedado libre.
Ruth, tras vivir un momento tan difícil en su lugar de trabajo, expresó su desconcierto al conocer que la agresión sufrida no tuvo consecuencias más severas. Según Ruth, el Poder Judicial está enviando un mensaje preocupante: cualquier persona puede entrar a tu negocio, agredirte, romper cosas y, tras pedir disculpas, quedar libre.
A pesar de esta decisión, Ruth sigue adelante. La joven continuará trabajando en la cafetería y se someterá a terapia. Además, ha decidido donar el dinero recibido como parte de la indemnización a una asociación en Mérida. Con el apoyo de sus padres, Ruth está decidida a seguir adelante y superar esta difícil experiencia. 
