domingo, abril 20, 2025

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Las invenciones del “JANAL PIXÁN”

El “Janal Pixán” que se ejecuta en las plazas públicas, como en los centros educativos, o instituciones particulares, dejan entre ver la consecuencia de esta “tradición” creada desde la década de los años 80´del siglo pasado. ¡Por increíble que parezca! La inmensa mayoría de los que participan repiten acciones rebuscadas, creadas por la invención y se olvidan de la realidad cultural que vivieron o aún viven en sus hogares. Muchos son estos puntos a tratar, solo mencionaré algunos:
LOS TRES NIVELES: No existe estos niveles en los altares. Es básicamente “la mesa” o el altar con los santos de la familia que se recicla para la ocasión especial de colocar las ofrendas en los días de finados. Se pretende ver los inframundos mayas o las iglesias triunfante, purgante y militante, no hay tal cosa ni registro histórico que se haya realizado en el pasado esto. Muchas veces se confunden las gradas de los retablos de los santos de devoción familiar con esos niveles propuestos.
EL MANTEL: Muchos colocan hojas de plátano, que porque esto lo hacían los mayas prehispánicos. ¡Nada de eso! Si la familia era pobre y no tenía un mantel, la mesa se colocaba desnuda, y sobre ella se colocaban las ofrendas como la comida, flores y velas. Si alcanza para un mantel este era blanco y en ocasiones con algún bordado, si la familia profesaba alguna devoción se colocaba un mantel, aunque diga “Promesa a San Antonio” o “Promesa de la familia tal y cual”, o bien un mantel que se tenga.
LAS OFRENDAS: Se arman altares tan suntuosos que jamás en vida las ánimas vieron en sus casas. La ofrenda básica era de panes y chocolate para los desayunos del 31 de octubre, y para 1 y 2 de noviembre. Las frutas que se colocaban dependían de la huerta familiar, algunas naranjas dulces, o mandarinas, o algún cítrico cultivado. Esta conmemoración se realizaba según la posibilidad de cada familia, no era una derrama económica por cumplir.
DISTRIBUCIÓN DE LA OFRENDA: Se dice que las ofrendas deben ser que si dos jícaras de chocolate, que si tres velas, que si tres pibes, que esto se debe colar al extremo o en la cima, todo esto es sin fundamento de la tradición oral o histórica.
LA CRUZ VERDE: Dicen que la cruz verde es al árbol de la ceiba, que sus ramas son los extremos de la milpa, que si esto, que es lo otro. Los altares llevan evidentemente las imágenes sagradas de la devoción familiar. La Santa Cruz verde con los símbolos de la pasión es el «arma Christi» que gozó de popularidad entre los mayas yucatecos coloniales y posteriormente con la religión Cruzoob en la guerra de castas.
LAS CALAVERAS Y CALABAZAS: Estas calaveritas de azúcar como las cabazas adornadas no tienen cabida en el altar de finados, porque al igual que pintarse la cara como “un oso panda” es considerado una burla a las ánimas, quienes siente tristeza por este comportamiento que se burla de sus huesos áridos.
LA CRUZ DE CENIZA: No se coloca, ya que no hay un cadáver recién levantado. No van las velas de colores azul, negro, rojo y amarillo en sus extremos, esto es invención sustentado en los colores mayas. No se coloca huevo sancochado en medio, esto depende, hay familias que lo colocan en una jícara con maíz bajo la mesa, significa una contra para el mal viento.
HERRAMIENTAS DE TRABAJO: Se dice que para que recuerden sus obras. Estas herramientas no se colocan, porque las ánimas vienen a descansar, a visitar a sus familias no ha trabajar.
No hay referencias de que estos altares hayan tenido presencia prehispánica, como se alega en los concursos o por ciertos profesores. Lo cierto es que los antiguos mayas realizaban sus ofrendas a los “Pixanoob” no una vez al año, sino una vez al mes, según dictan algunos estudios de arqueología. Ni los Chilam Balam mencionan o dictan algo directo sobre estos ritos, ni mucho menos la tradición familiar por lo tanto muchas de estas cosas son “Invenciones” sin fundamento alguno.
En el siglo XIX, ente los años de 1800, sabemos que mientras en las iglesias las campanas sonaban a dobles, los españoles y criollos hacían sus oraciones y preces por las ánimas de sus familiares llenado el altar de velas, y los mestizos copiando esta piadosa obra llenaban sus altares de flores de la temporada y quemaban sus velas y, en las familias dónde habían sido más fuerte la influencia indígena colocaban la comida. Las familias mayas preparaban sus Pib que colocaban en una mesa como ofrenda iluminada con muchas velas. Ya para los años 1800, en toda la región de Mérida e Izamal se comía el «Pib» los primeros días de noviembre. Mientras que las regiones de oriente y sur del Estado los «Pibes» se comían en el ochovario.
Los altares con sus ofrendas y significados varían según las regiones, pueblos y familias. Por lo tanto, es difícil realizar un canon que las compendie.
El empeñoso trabajo de buscar en lo prehispánico el origen de nuestras tradicionales, nos aleja mucho del origen de esta tradición, fraguada en la herencia de religiosidad popular católica hispana al que se unieron aspectos de esa antigua religión que inspiró a los primeros moradores del Mayab.
Los estudiosos de las costumbres antiguas como Luis Rosado Vegas, Santiago Pacheco Cruz, entre otros hablan de una celebración especial con altares parcos y básicos en el interior de las casas, con ofrendas mínimas y con sabrosos “mucbipollo” o “Pib”.
El altar de los Finados o los Pinados, como lo llaman algunos mayeros, es una tradición forjada en el sincretismo religiosos en tres centurias de dominación española, forma parte de una muy especial y privilegiada manifestación de honrar la memoria de los abuelos, desde la conmemoración y el profundo respeto que tiene presencia entre las paredes de su casa y entre los límites del solar yucateco.
José Iván Borges Castillo
Tekal de Venegas, Yuc.
27 de octubre del 2023

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