viernes, septiembre 13, 2024

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Los viejos oficios que han retornado en Yucatán entre jóvenes millennials y boomlets

Oficios de carniceros, barberos, masajistas, polleros, tortilleros, panaderos, cocineros, fruteros, cantineros, tenderos, baratilleros, jardineros, domésticos, albañiles, etc., han retornado entre jóvenes millennial y boomlets en Yucatán . ¿Por qué?
Nunca pensé que vería a jóvenes millennials y boomlets desempeñansose como carniceros, barberos, polleros, tortilleros, panaderos, cantineros, cocineros, fruteros, tenderos, baratilleros, jardineros, domésticos, albañiles, etc., cumpliendo tareas o ocupando puestos en establecimientos y comercios abandonados por décadas luego que durante años fueron vitales para las familias de sus padres y abuelos.
Se trata de artes y oficios que son antiguos, trabajos manuales necesarios pero poco prestigiosos ante el mundo globalizado, que se ejercen de nuevo en Mérida y otras ciudades yucatecas por las más jóvenes generaciones, que los están reinventando como carreras pagadas y aceptables incluso para los poseedores de títulos universitarios o técnicos.
Se trata por lo general de jóvenes yucatecos que, pudiendo dedicarse a otras actividades, optan por no ejercer ninguna de las carreras que demanda la actual economía regional, cada vez más basada en el conocimiento práctico y la tecnología utilitaria, y eligen desempeñar artes y oficios orientados a servir al público haciendo cosas con las manos. En el proceso, le han conferido un nuevo estatus a viejos oficios “de cuello azul”, como carniceros, barberos, masajistas, enfermeros, polleros, tortilleros, panaderos, cantineros, cocineros, fruteros, tenderos, baratilleros, ambulantes, jardineros, domésticos, albañiles, etc.
¿Cuales son las pruebas? La proliferación de carnicerías, barberías, salones, pollerías, tortillerías, panaderías, cantinas, cocinas, fruterías, tiendas, expendios, puestos, anuncios, etc., atendidas por elegantes jóvenes de piel clara, cabellos recortados, ropas de marca, cuerpos tatuados, barbas cuidadas, teléfonos digitales, etc., que pretenden que estos oficios sean elevados a la categoría de arte..
La reinvención de estas artes y oficios en Yucatán es una respuesta a los cambios del mercado regional y en gusto de los consumidores locales. Las nuevas generaciones de jóvenes profesionales que se están mudando a Mérida y otras ciudades yucatecas de moda, han desarrollado gustos muy específicos, que son muy diferentes de los de previas generaciones, Se trata de consumidores que buscan productos muy personalizados, que les garanticen cierto tipo de experiencia amistosa, lo más estrecha posible con quienes prestan los servicios al público. Se trata de algo que los jóvenes millennials y boomlets convertidos en artesanos y comerciantes están dispuestos a hacer encantados.
Jóvenes millennial y boomlets de Yucatán se ven ahora como gente que le agrega valor estético a sus productos y servicios. Y parte de su objetivo, de su misión, es educar al público sobre lo que hace que sus productos y servicios sean especiales- Y la mayoría de las veces esperan que los clientes sean receptivos de lo que ellos ofrecen. Piensan que si los clientes vienen a verlos y están pagándoles lo que piden, es porque les interesa lo que tienen para ellos. Es impresionante constatar que muchos de ellos se comportan como estrellas de barrio, que deben interesar al público por sus productos y servicios mucho más que lo que él público puede interesarles a ellos por el dinero que está dispuesto a pagar por sus productos y servicios.
Se trata de algo que se nota especialmente entre los carniceros, los barberos y los cantineros que tienden a ser muy críticos y exigentes de la calidad de los productos y servicios en los giros que desempeñan. Sucede así porque, antes de dedicarse a vender filetes y chuletas, cortar cabellos y bardas o servir tragos y bebidas, trabajaban como administradores o técnicos en empresas y negocios franquiciados.
No cabe duda que el regreso al pasado de las artes y oficios en Yucatán, como respuesta a los retos de las modernas cadenas de producción, así como la relativa juventud y estética de los protagonistas de este nuevo tipo de intercambios comerciales, nos remite inmediatamente a la categoría de «hipster”. Nos remite a esto porque los nuevos artesanos y gente de oficios de las generaciones millennial y boomlet, no están rescatando las cosas de antaño en broma o de forma irónica -a menudo yo los imaginaba como una más de los grupos jóvenes con las características diferenciales de las nuevas tribus urbanas-, pero he encontrado que se toman sus artes y oficios muy en serio, inclusive a extremos que los hacen comportarse pesados o arrogantes.
Muchos jóvenes millennials y boomlets están llegado a estas ocupaciones tratando de encontrar algo que los satisfaga intelectual y espiritualmente, menos atraídos por el dinero y el lujo que por el tipo de gratificación que proviene del trabajo cumplido para alguien más, con quien puede establecerse una relación amistosa o fraterna. No cabe duda que proceder así entraña los riesgos típicos de las visiones románticas de estas dinámicas, especialmente en el contexto de los procesos de gentrificación de los que son parte actualmente los barrios de Mérida y las ciudades yucatecas de moda en la actualidad.
Muchas veces estos nuevos jóvenes de artes y oficio se ven a sí mismos y se presentan como salvadores de las tradiciones, la autenticidad y el pequeño comercio de Yucatán, pero se trata de gente de clase media con recursos familiares y carreras despreciadas, que está desplazando a las clases trabajadoras o a la población migrante que depende de actividades ambulantes y servicios domésticos más tradicionales y también más baratos.
Carlos Franco   Antropologo

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