sábado, noviembre 22, 2025

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¿Podrías creerlo? Te sorprenderá que se servía de botana en la cantina «El Sansucí que estuvo cerca del Lucaz de Gálvez

Por Sergio Grosjean

Sobre las cantinas, existe un universo de información que tenemos que escribir todavía , pues día a día se extinguen al igual de quienes vivimos esas épocas que no regresarán, y seguramente hay nombres y ubicaciones que desconocemos, , a pesar que hemos recopilado información del tema desde el año 2010, por eso si nos comparten sus vivencias son más que bien recibidas, ya que es enriquecer el acervo que allá se generó es fantástico.

En los albores del presente siglo, existió en el centro de la ciudad una cantina que se caracterizó por ser muy económica y por ofrecer como plato fuerte de botana unas inigualables y jugosas brochetas y poc chuc. Nos referimos al Sansusí, que realmente se escribe Sans Souci. De acuerdo con nuestro estimado maestro Russell Vallejo (+), el término, de procedencia francesa, nos quiere dar a entender que es algo tranquilo, sin sobresaltos y, posiblemente, el nombre se lo acuñaron debido a que el sitio donde se ubicaba esta cantina era todo lo contrario; como una parodia.

A este abrevadero asistía la gente que circulaba por la zona de la calle 54, muy cerca de donde actualmente se encuentra el mercado “San Benito”. Allá iban a refrescar sus fauces las personas que venían de los pueblos de compras, cargadores, trapaleros, vendedores del mercado y gente afín al rumbo. Un día, al propietario de esta singular cantina, al ver que no tenía suficiente clientela, tuvo la novedosa idea de ofrecer una suculenta botana como plato fuerte: brochetas y poc chuc.

La estrategia funcionó de maravilla, a grado que comenzó a captar clientela de otras zonas como algunos de mis vecinos de Itzimná. Recuerdo que también otros amigos varias veces me invitaron al lugar argumentando que luego de la segunda cerveza te servían unas jugosas brochetas y poc chuc. Cuando me lo comentaron, no podía creerlo, pues como restaurantero sabía el costo de este platillo, y las utilidades que se obtenían por la venta de dos cervezas no eran lo suficientemente onerosas como para sufragar este suculento alimento; eran simples matemáticas.

He allí, los amigos yendo al sitio y llevando nuevos adeptos a consumir este manjar, y no importaba el rumbo y menos aún el tipo de parroquianos con los que te codearías, lo importante era llevarse a los labios tarros espumosos que apagarían el fuego interior para luego “encerdarse” con las exquisitas carnes.

Fue una época en la que en este lugar hubo más oro que en el mismo Banco de México, pues el grueso de los clientes, a pesar de no amasar fortuna alguna, en sus sonrisas relumbraba el brillante color del oro y uno que otro de la plata, y en vez de usar enjuague bucal embuchaban Brasso o líquido para limpiar metales preciosos; de hecho, gran parte de ellos no iba con el dentista, sino más bien con el alhajero me contaba otro amigo y colega.

Con el paso de los meses, el nombre de la cantina comenzó a escucharse en todos los rumbos de la ciudad e incluso, hasta en las conversaciones de la gente chic era citado el título; era realmente increíble que una pichurrienta cantina obsequiara a sus clientes semejante botana.Pero la historia cambió en un santiamén, cuando de repente se publicó en la prensa con letras muy negras, la siguiente nota: “Autoridades sanitarias clausuran bar El Sans Souci; hallan en un pozo ubicado en el patio del negocio decenas de osamentas de perros y gatos que presumiblemente fueron sacrificados para preparar la botana”.

P.D. Si vas a una cantina y tu compañero gruñe, ladra o maúlla luego de unos alcoholes, ya te imaginarás la razón. Por cierto, si alguien de casualidad tiene alguna foto del sitio mucho le agradeceré compartirla.

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