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“YA VIVÍ”: Manuel Merodio

Como se agota la luz de una vela consumida, con esa placidez de la serenidad, el hilo de la vida de Manuel Merodio se ha roto sin aspavientos con la luz de una tarde de verano, cómo para componer una canción final. Con Manuel Merodio, se va toda una época de la canción yucateca. El último de los grandes, esta tarde, ha trascendido el plano material, y ha cruzado la línea de lo eterno, para que, desde ahí, nos siga iluminando con su poesía y su música.
Tal vez Sergio lo haya llamado, o Coky, no sabemos, pero con toda seguridad ya están juntos, todos ellos, y compartirán ahora y para siempre una mesa iluminada por la bohemia y la música de cada uno, que tendrán tantas cosas que platicar, entre sorbo y sorbo de algún etéreo licor de los dioses, de esos que son esencia del arte y la bohemia. Sus acordes bien pueden despertar a la paloma, proclamar que soy del sur, o cantar su mal comportamiento, ellos decidirán cual va primero y cual después, es cosa de bohemios, de poetas, de trovadores, dejemos que ellos pongan el orden y las condiciones que quieran, para eso son grandes y profundos, entre ellos se entienden, cómo no los entendemos nosotros, pobres mortales. Manuel Merodio se ha ido esta tarde, y nos deja un gran vacío muy difícil de llenar.
Tuve el gran privilegio de convivir profundamente con Manuel Merodio, compartimos el pan y la sal, en mi casa y en su casa, en fechas significativas, como Navidad y Año Nuevo, o cualquier otro día, con pretexto o sin él. Era un ser encantador y profundo, uno de esos casos raros en nuestra canción.
Algunos de los grandes, formaron mancuernas inseparables, el uno compositor, y el otro letrista. Como Guty Cárdenas con Chispas Padrón o el Vate López Méndez; o Palmerín con Rosado Vega; o Manuel Montes de Oca con Manolo López Barbeito, pero Manuel, como Coky, o como Pastor, siempre hizo letra y música de sus canciones. Tenía esa difícil facilidad para que de su mente surgiera la poesía, no era raro que, durante alguna comida, en la sobremesa, se soltara con gran inspiración y nos regalara con los versos que estaban surgiendo de su mente en esos momentos.
Su entrañable casa de la calle 71, era un templo de arte y trova. Fue un padre amante de sus hijas, que se movían a su alrededor como blancas palomas amorosas, dispuestas a atender su más mínimo reclamo. Su casa y su familia, eran bastiones de su amor familiar. Y en ese espacio, escribió el mejor de sus poemas, el de su amor por la familia y los amigos. A sus amigos, los retrató magistralmente en su canción “Éramos”, que es un profundo himno a la amistad.
Manuel Merodio Caballero, nació el 24 de diciembre de 1927. En el seno familiar, su inolvidable tía Rita, trató de que estudiara piano formalmente, pues desde siempre fue evidente su facilidad para la música. Pero el alma de Manuel no era de esas que se avienen al rigor y la formalidad, fue siempre un espíritu libre y volador, de esos que no se apegan a reglas ni es esclavo de formalidad alguna. Él mismo contaba: “Me ayudaba con la guitarra para componer, pero nunca dominé ningún instrumento.
Mis canciones, ya listas, las silbaba y cantaba a quienes sabían escribir música y las pasaban al pentagrama”. Y así, en esa iconoclástica informalidad, construyó una obra en el marco de nuestra canción, que se elevó hasta las más grandes alturas. Ahí queda, inmortalizada por la voz de José José, su gran canción: “Mi mal comportamiento”. De su estro, salieron por igual boleros, baladas, jaranas, así era su gran facilidad para versar y componer al mismo tiempo. Narraba sus inicios en el arte con una amenidad incomparable: “Desde chamaco me di cuenta de mi facilidad para hacer versitos, los escribía y se los mandaba a las niñas que me gustaban”, relataba con una pícara sonrisa dibujada en el rostro.
Con el apoyo de otro gran yucateco, Ramiro Gamboa, el “Tío Gamboín”, Manuel Merodio marcha a la capital, y muy pronto está participando en la inmortal estación de radio XEW, “La Voz de América Latina desde México”. Sus canciones empiezan a ser grabadas por grandes figuras como Bola de Nieve, Amparo Montes o José José, quien inmortaliza “Mi mal comportamiento” y “Ya Viví”. En vida, recibió importantes reconocimientos como las medallas “Guty Cárdenas” y “Ricardo Palmerín”. El 15 de noviembre de 2014, se le hizo un gran homenaje en el “Museo de la Canción”. El 16 de enero de 2019, en el Centro Cultural “Olimpo”, se le rinde un magno homenaje y se presenta un C. D. con lo más selecto de su obra, con el título común de “Ya Viví”. Por último, en el Palacio de la Música, en la presentación de la Orquesta Típica “Alas y Raíces de Yucatán”, el 30 de julio de 2019, la agrupación musical de niños, le rinde emotivo homenaje al interpretar su clave: “Yucatequita”; al terminar la interpretación, se anuncia su presencia en la sala, se pone de pie, y el recinto se cae en estruendosa y larga ovación. Creo que, este fue el último gran tributo público en vida que se le rindió.
En el calor de esta tarde de verano, a una gloriosa y provecta edad, Manuel Merodio se ha despojado de su forma material para reintegrase al eterno mundo de la música. Se ha ido tranquilo, como lo dice su canción: Ya viví. ¡Hasta siempre Manuel Merodio!
Mérida, Yuc., a 3 de julio de 2021.
Ariel Avilés Marín.

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