ermítanme que les cuente la historia del concierto más famoso del mundo. La última actuación de los Beatles, en un tejado de la calle de los sastres, en el número 3 de Savile Road, el cuartel general de Apple. En la actualidad, convertida en una extraña tienda de ropa para niños. Sucedió justo hace cincuenta años, un jueves 30 de enero del año 1969. Un día lúgubre frío, encapotado, ventoso, triste y trágico, porque realmente fue el final de los Beatles.
Voy a contarles con precisión de cirujano lo que ocurrió, con aportaciones de bastantes conversaciones con George Martin, Paul Mc Cartney, incluso Ringo, en una noche en Montecarlo .Gran número de anécdotas me las proporcionó mi amigo Ken Mansfield, el ejecutivo de Apple Recods, que viajaba por el mundo para promocionar el sello discográfico de los Beatles. El “hombre de la gabardina blanca ” que aparece en la película, finalmente llamada Let it be. Siempre estuve orgulloso de su regalo, un reloj cuadrado, bastante aparatoso, con la manzana de fondo de las agujas y que inmoralmente me robaron.
Los Beatles jamás se plantearon tocar por última vez en directo entre nubes negras y un cielo sin siquiera los metafóricos diamantes de John. Paul trataba de salvar al grupo, ante la desidia de John y el complejo insidioso de George. Planeó un regreso a las bases, a las raíces. Su misión era tratar de salvar el edificio Beatles que se caía a pedazos. Incluso Apple perdía dinero a chorros.
Paul pensó como válvula de escape ensayar nuevas canciones en un estudio de cine, convertirlo en una película y terminar en un paraíso soñado con tocar las canciones en directo. Como decía George Martin, una magnífica idea que no había hecho nadie. Canciones nuevas, en un álbum en directo. Casi un suicidio.
UN DISCO EN EL SAHARA
Todo el aparato de los Beatles dio ideas de cómo acabar el disco y la película en ese lugar mágico o soñado. Se pensó en las pirámides de Gizah, en el desierto del Sahara, incluso la temible Yoko sugirió tocar en directo en un estadio completamente vacío, de 20.000 ó 50.000 personas. Pink Floyd desarrollaron la misma idea en el anfiteatro de Pompeya.
La discusión final se produjo el domingo 26 de enero. Paul trató de lidiar con mano izquierda la terca disposición de George, que no quería “tocar en la chimenea” como les dijo a los otros. Paul les hablaba de construir un decorado en el mismo tejado, con césped y árboles. Ringo fue decisivo cuando dijo que si le apetecía tocar en el tejado, John dijo: “Pues, bien, hagámoslo de una jodida vez”. George tragó saliva y se calló ante la ultima palabra del líder.
Nunca se ha comentado lo suficiente, pero no era una idea original de los Beatles. Tanto a Paul como John les gustó la provocación del grupo Jefferson Airplane, que tan sólo mes y medio antes, habían tocado en el tejado del Hotel Schuyler, en Manhattan. El mismísimo Jean Luc Godard, que ya había trabajado con los Rolling Stones, filmó el pequeño concierto, que acabó abruptamente con el arresto de todo el grupo incluso del actor Rip Torn. Era para los Beatles una maravillosa tentación que había que imitar.
Al día siguiente, el ingeniero Dave Harris- ahora trabaja en el estudio de Mark Knopfler- visitó el techo para asegurarse de que pudiera soportar todo el equipo y el personal de los Beatles. Se contrataron andamios y tablas de madera para reforzar el espacio elegido, que estaba en la parte delantera del tejado, con vistas a Savile Row.
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