Ambas gráficas se refieren a la caída de Tenochtitlan. La de arriba es producto de la técnica e imaginación de José Luis Pescador. La de la derecha, se obtuvo con el uso de inteligencia artificial, la cual siguió ciertas órdenes, como captar varias partes de la capital del imperio mexica, usar ultra alta definición, colores vívidos, arte conceptual fotorrealista y luz perfecta cinemática. Foto archivo
La inteligencia artificial (IA) llegó para quedarse. Es iluso pensar de otra manera, aseguró el historietista Carlos Tron, quien en entrevista virtual resumió el sentir de ilustradores mexicanos, así como del dibujante y músico peruano Luis Morocho. Los narradores gráficos consideran que las imágenes generadas con computadoras implican una competencia desleal a los profesionales de la ilustración, y recelan del mal uso que puedan darles multinacionales de entretenimiento.
¿Es una gran herramienta? Sí, innegablemente puede hacer cosas llamativas en tiempos impensablemente cortos. En potencia, puede ser de gran utilidad y dar resultados muy benéficos. El problema radica en que no sólo es una herramienta, sostuvo Tron, quien trabaja para editoriales independientes de Estados Unidos y dirige el canal de YouTube Comics SA, que comparte el nombre de la primera tienda de historietas de México, que él cofundó y dirigió, y que es recordada por tener una efigie del Hombre Araña de tamaño natural trepando en la fachada.
Expuso que “un martillo no va a remplazar al carpintero; Excell no va a dejar, por sí solo, sin chamba a los administradores, así como las computadoras no funcionan sin gente que las sepa usar. Mientras más especializado es el trabajo, se requiere de gente más preparada. No es así con la IA. Y esto es bueno, según algunos que dicen que ‘ha democratizado’ el arte, argumento falaz y vacío”.
Roban arte de personas reales
Tron destacó el aspecto inmoral de que estos algoritmos trabajan robando arte de personas reales sin respetar derechos de autor ni remuneración. Agregó que el verdadero problema es el aspecto supuestamente creativo de la IA, que “es una ‘grabadora glorificada’, como dice el físico Michio Kaku. Lo que hace es mezclar arte ya existente (o fotos tomadas por humanos) y hacen collages impactantes. El problema radica en lo impactante.
“Como nadie puede conocer todas las imágenes que se usaron (léase, robaron) para esos productos, aparentan ser originales y creativas. Con sólo teclear unos comandos, cualquiera se puede sentir ‘creativo’, como si recalentar comida en el microondas nos hiciera chefs. Ya se levantaron en huelga escritores y actores de Hollywood, defendiéndose ante la avaricia de los estudios que pretenden remplazarlos con IA, más barata y menos conflictiva.”
Romy Villamil, especializada en dibujar al estilo japonés, narradora gráfica y en prosa –su novela erótica y de terror Kizuato está a la venta en Amazon–, sostuvo que el miedo a la inteligencia artificial es una fobia casi paranoide en la que imaginan un futuro a lo Terminator, en el que las máquinas nos desplazarán y los ilustradores acabaremos como indigentes debajo de un puente, mientras la IA hacen auténticas obras de arte en cuestión de minutos.
Cúmulo de datos
Añadió: “Sin embargo, hay algo que la IA no posee: discernimiento, sentimiento, inventiva y libre albedrío. No es sino un cúmulo de datos de creatividad humana almacenado en espera de recibir órdenes de alguien para presentar algo que reúna las características de lo solicitado. No piensa, no razona y mucho menos propone. Por ello, no es ‘el enemigo’, sino una herramienta que, sabiéndola usar, puede ayudarnos a proyectar, proponer, sacar ideas o ahorrarnos tiempo para trabajos que solían ser repetitivos. No va a quitarte el trabajo. Alguien que sepa usarla, sí.”
Alba Glez, creadora de Todas las canciones que quiero olvidar y Laura de la Tierra Sagrada, así como dibujante en Marvel, comentó: “Aunque me gusta trabajar con software de arte, la mayor parte de mi proceso creativo lo llevo con técnicas tradicionales. Soy fiel partidaria de perfeccionar las habilidades artísticas sin atajos. Todo lo que aparece en mis páginas, fue trazado por mi mano, desde un lienzo en blanco. La llegada de la IA, llevando la capacidad de ‘hacer arte’ a cada persona, no ha hecho otra cosa más que motivarme a seguir puliendo la habilidad a la que he dedicado mi vida entera a cultivar”.
Por su lado, René Córdova, director de arte en la firma de videojuegos Amber Studios, e ilustrador para dibujos animados y cómics producidos por Marvel, Netflix y Warner Bros, entre otras compañías, dijo entender que la IA puede ayudar muchísimo a los estudios en un futuro, siempre la tecnología podrá suplantar el trabajo de los artistas, pero también como artistas podemos usarla como herramienta complementaria de nuestro trabajo.
El mexiquense Joshua Hernández, realizador de Las retadoras y de El ombligo de la Luna, fusión de la narrativa gráfica con los videojuegos, y promotor de la lectura de cómics entre niños, sugirió que antes de declarar que la IA es maligna para la profesión, habría que seguir analizándola para encontrar de qué manera puede beneficiar; una generación pasada de dibujantes estuvo peleada con la computadora y hoy nos facilita algunas partes de la chamba.
Coincidió en que las obras que genera la inteligencia artificial parten de artes existentes; es irresponsable e ilegal buscar lucrar con ello, o hacerlo pasar como algo propio. Al momento la veo más como un buscador de imágenes para obtener referencias posibles, que parten de cosas que existen.
Menos optimista Allan Otero, ilustrador de historietas en la editorial Zenescope Entertainment, sostuvo que la IA podría diezmar las ofertas de trabajo. Es una realidad a la que los dueños del dinero están ya apostando. En cuanto a los artistas del cómic/ilustración, es la misma amenaza. ¿Cómo será esto con la implementación de esa tecnología sin restricciones? Supongo que mucho peor. Ese es el temor, y muy real.
José Luis Pescador, quien realiza la serie de novelas gráficas La caída de Tenochtitlan e hizo una reciente biografía en cómic de Diego Rivera, ilustrada con acuarelas, señaló que “parecen muy impresionantes las imágenes de IA, pero no son más que bocetos y collages derivados de obras anteriores; carecen de idea, intención y sensibilidad; son replicantes de la creatividad humana, nunca mejor dicho; sin embargo harán mella en el mercado laboral de miles de artistas. Creo que la tendencia va empeorar para los próximos 25 años, pero no serán las empresas y despachos que usen esa tecnología para desplazar el trabajo de los artistas; es una cuestión de humanos contra humanos”.
Por su parte, Morocho, que ha publicado en Marvel, creó la serie de historietas El Guachyman y toca el charango en el grupo andino Wananay (golondrina en quechua), sentenció: La inteligencia artificial ha llegado para quedarse. Es algo que debemos asumir y frente a lo cual se tiene que actuar en el campo legal; deben crear normas que no vulneren los derechos de autor, ya que, por ahora, es una jungla donde todo es posible, siendo los más afectados los artistas visuales. Una vez que esto sea posible, podría ser de gran ayuda para usarla en el proceso de producción de una obra, ya sea arte conceptual, ilustración o cómic. Mi proceso de trabajo es como el jazz: suelo improvisar algunas cosas sobre los bocetos. La IA puede ser un buen aliado si es usado en su medida justa, como todo en la vida.
La Jornada