Un riesgo que corre el Gobierno al no hacer acuse de recibo de las críticas, en buena medida porque las considera estrategia de sus adversarios, es terminar bajo una mirada unilateral bajo el supuesto de que todo va caminando.
Como hemos referido, mientras estemos entre lo que se vive y lo que se plantea a través del discurso va a ser difícil tener un diagnóstico de lo que está pasando; cuestión cada vez más recurrente en las mañaneras.
A estas alturas no es sólo el discurso presidencial, ahora resulta que a muchos funcionarios les ha dado por seguir la misma línea del tabasqueño. Lo que ha venido sucediendo es que desde el discurso de los funcionarios se dictan también expresiones en que lo que se dice pretende ser la realidad.
Al no haber acuse de recibo poco o nada se consideran observaciones que, sin duda, permitirían tener elementos que fortalecerían no sólo los discursos sino las estrategias mismas.
Se han presentado casos en que siendo entrevistados algunos funcionarios contestan lo que quieren pasando por alto la pregunta que se les hace. Cuando tienen el micrófono enfrente asumen que lo que dicen se convierta en la verdad, por más que se les insista el que respondan la pregunta que se les hizo. Da la impresión de que a menudo la pregunta que se les plantea acaba por ser el pretexto para tomar el micrófono, más que para responder a los cuestionamientos.
En el proceso en que andamos de no escucharnos unos a otros, el Gobierno en muchos casos está yendo mano. Mucho se dice y ha escrito sobre la forma en que el Presidente contempla la gobernabilidad. No parte necesariamente de gobernar para todos, ha puesto en el centro, con cierta razón, a los sectores más desprotegidos.
Sin embargo, no hay por ahora elementos claros de que estén cambiando los niveles de pobreza, lo que se suma al desgaste de las clases medias que, a querer o no, han sido un factor fundamental para el desarrollo del país y millones de familias.
El Presidente ha venido optando por gobernar para una mayoría pasando por alto que la gobernabilidad desde el cargo que tiene debe contemplar a toda la población. Se debe buscar la manera de alentar un desarrollo colectivo teniendo como objetivo central a los más desprotegidos.
Las clases medias y el sector empresarial han sido relegadas por el tabasqueño. Durante la pandemia vivimos una agudización del proceso, no se otorgó apoyo estratégico y sustancial a las micro, pequeñas y medianas empresas.
En algún sentido estamos empezando a ver las secuelas de todo ello. El proceso de recuperación está costando mucho trabajo por variables externas, las cuales en una buena cantidad de casos nos rebasan. Lo que empieza a pesar cada vez más ha sido la ausencia de un apoyo a pequeños empresarios que se quedaron de la noche a la mañana auténticamente en la calle.
Mientras no se tenga desde el Gobierno una mirada amplia de las cosas va a ser difícil que pueda consolidar su proyecto. Poco o nada están siendo consideradas las críticas de diferentes sectores que en muchas ocasiones no pasan por la crispación política en la que estamos, se ofrecen opiniones que tratan de proponer alternativas a la gobernabilidad.
En la medida en que avance el sexenio, por más que echen a andar la maquinaria en el Congreso, se va a necesitar de la crítica. El propio Presidente va a tener que acudir a ella porque será una de las maneras en que tenga un referente para poder medir y consolidar su proyecto; aunque no guste presumimos que será cuestión de tiempo.
RESQUICIOS
Se inauguró en Mérida el Tianguis Turístico. El turismo es esencial, en los últimos años se convirtió en una de las más importantes fuentes de ingresos para el país. Los mexicanos nos movemos en él cada vez que hay oportunidad, en tanto que los extranjeros se vuelven locos con lo que ven. El tianguis es la oferta y la demanda, el problema es cómo seguir lidiando con la pandemia, pero sobre todo la inseguridad.
Javier Solórzano .