Un gran invento de la humanidad ha sido la representación de unidades de valor de uno y valor de cambio en lo que conocemos como moneda, o genéricamente, dinero. En su evolución ha pasado de tomar la forma de granos, ganado, metales, notas de crédito o billetes, plástico como las tarjetas de crédito y, más recientemente, unidades de información electrónica o bits & bytes.
La conectividad contemporánea abre crecientemente oportunidades transaccionales como el e-commerce y el m-commerce, pero más recientemente, permite concretar los pagos digitales con nuestros smartphones. El lanzamiento de Cobro Digital (CoDi), plataforma desarrollada por Banco de México que utiliza SPEI para realizar pagos electrónicos por medio de un dispositivo móvil conectado, representa una iniciativa del gobierno para aproximar el acceso a estas vías transaccionales a la población.
Para lograr el aprovechamiento óptimo de estas herramientas digitales, se requiere contar con varios eslabones de la cadena de conectividad, a saber: disponer de una conexión a internet, tener un dispositivo de acceso, contar con los métodos y medios de pago, así como poseer las habilidades digitales suficientes.
Habilitadores para plataformas digitales
Para materializar el beneficio de emplear nuestros recursos monetarios en términos de bits & bytes, es indispensable que el usuario cuente con conexión a Internet. A finales del 2018, 74.2% de las personas mayores de seis años calificó como usuarios regulares a este servicio y el número de usuarios de banda ancha móvil ascendió a 88.3 millones, conectividad relevante para hacer uso efectivo de plataformas digitales de pagos.
Otro eslabón habilitador es la tenencia de un smartphone con características que soporten el funcionamiento adecuado de estas aplicaciones. En nuestro país, se contabilizan 106.7 millones de smartphones, 55% de ellos de gama media y alta. En lo que toca al acceso de medios de pago, se ha registrado un lento avance en el último trienio. En el 2015, 68.0% de la población (52.1 millones) entre 18 y 70 años eran sujetos bancarizados que contaban con al menos un producto financiero, mientras que en el 2018 esta proporción registró un escaso ascenso a 68.3% (54.0 millones). Incluso el volumen de personas con una tarjeta de crédito bancaria disminuyó en el periodo al pasar de 10.7 a 10.5%, de acuerdo con CNBV-Inegi. Los habilitadores para la democratización y aprovechamiento eficiente de las plataformas transaccionales digitales registran niveles significativos en términos de acceso a la población. Sin embargo, aún sigue siendo relevante la brecha de poder adquisitivo que limita la capacidad transaccional, incluso de los usuarios conectados. Otro factor relevante que dificulta el uso de estos servicios es su desconocimiento ex ante, tal que tan sólo 29.7% de los internautas conoce esta forma transaccional. Aquí es precisamente donde CoDi busca incidir, al proveer de una plataforma rápida, segura y eficiente, con un amplio alcance de instituciones financieras y sin costo por cada transacción.
Perspectivas de las transacciones digitales
El principal objetivo del lanzamiento y cada vez mayor diversidad de plataformas digitales de pagos es la realización de transacciones expeditas y seguras sin la necesidad de utilizar efectivo. Al respecto, destaca la labor de las instituciones financieras que han aprovechado la creciente adopción de conectividad y dispositivos conectados para extender su oferta de servicios al universo digital en beneficio de sus clientes. Se espera que el uso práctico de las plataformas transaccionales digitales siga una trayectoria al alza, siendo la bancarización y la conectividad por medio de smartphones de gama media y alta las principales vías para aumentar su adopción en México. La creciente competencia en la oferta de plataformas abona a la dinámica hacia su democratización entre la población.
Ernesto Piedras