El PAN y la oposición no van a resolver sus problemas, que son muchos, “dándole en la madre” a la 4T, como de manera vehemente, retadora y envalentonada planteó Vicente Fox.
En la desesperada, a los panistas se les olvidó el pasado reciente de quien era militante del partido y expresidente del país. Se les olvidó cómo Fox tomó partido por Enrique Peña Nieto y cómo se distanció del partido.
No sólo fue esto; fue también la actitud del expresidente. No son fáciles de pasar por alto sus muy severas críticas en contra del blanquiazul y, sobre todo, ubicar al hoy imprudentemente expuesto Peña Nieto como una opción.
La decisión tomada por Fox fue severamente cuestionada no sólo por los panistas. Había claras evidencias del deterioro del país, producto, entre otras cosas, de una gobernabilidad lamentable.
El PAN coloca a la 4T como responsable del estado de las cosas, de lo cual es corresponsable; a estas alturas siguen sin verse en el espejo. Podríamos decir, a querer o no, que el nuevo gobierno trata de darle un giro precisamente a ese pasado; el tiempo dirá si lo consigue.
Hoy, el nuevo gobierno asume como estrategia enfrentar el pasado como eje de todos los males y, sobre todo, como el causante del actual estado de las cosas.
Haciendo a un lado filias y fobias hacia Andrés Manuel López Obrador, la oposición sigue sin entender la fuerza y las consecuencias del tsunami electoral. El siguiente paso en la lucha política debe tener, antes que nada, una reestructuración seria en el PAN, lo cual sigue sin darse.
A pesar de ello, Acción Nacional es el partido que pareciera tener la mayor cohesión para enfrentar en 2021 a López Obrador. La única forma para encarar a Morena y a su todopoderoso líder está en las urnas y, hoy por hoy, no tienen cómo hacerlo; más bien pareciera que quieren, con discursos y arengas, enfrentar una legítima gobernabilidad.
El país está bajo escenarios que dictan exactamente lo contrario de lo que se dijo el sábado. No es que las cosas anden bien o que la gobernabilidad no merezca un sinnúmero de críticas; lo que pasa es que es un hecho que el gobierno de López Obrador se ha ido consolidando entre la gente independientemente, insistimos, con la manera en que se gobierna y se ejerce el poder.
Pudiera ser que la oposición en 2021 pueda ganar más escaños, incluso gubernaturas; pero no se ve que su recuperación tenga que ver con lo que debiera hacer para enfrentar los nuevos escenarios.
Lo que eventualmente puede pasar tendrá que ver más con el desgaste del Presidente y de Morena, que con un acuse de recibo del tsunami. Todos lo signos que se ven en el PAN, PRI y PRD son de confusión.
El PRD intenta reorganizarse, dejando de ser el que era. Está profundamente debilitado y buscando salidas en donde están más preocupados por criticar al mandatario que por ver qué pueden hacer internamente.
En el caso del PRI, está claro que el deterioro del pasado sexenio no va a dejar de pesar en el imaginario colectivo. Cada vez que aparece un investigación sobre casos de corrupción en el pasado sexenio, el remitente inmediato es el exhibicionista Peña Nieto y, por supuesto, el PRI.
Si le quieren dar en la madre a la 4T, deben crear condiciones para ello. La oposición está entre obnubilada y obsesionada con López Obrador, y sigue notoriamente lejos de asumir que su derrota tiene que ver con lo que ellos hicieron y no hicieron a lo largo de décadas.
Siguen sin entender que ellos son uno de los motivos del tsunami, de lo cual Vicente Fox no está exento.
Si le quieren “dar en la madre” a la 4T, no olviden que quienes así lo quieren, “nos dieron en la madre”.
RESQUICIOS.
La cumbre de los Nobel de La Paz en Mérida fue un encuentro contestatario y propositivo. Ahora corresponde a los gobiernos asumir como propias las propuestas presentadas por Leymah Gbowee, Nobel 2011. Fue una reunión de pensamiento presente y construcción del futuro. Desde Yucatán habrá que reconocer que el país se ve diferente.
Javier Solórzano