viernes, julio 26, 2024

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La Iglesia y la construcción de la ciudadanía

En el 2018, la Conferencia del Episcopado Mexicano va a promover talleres de construcción de ciudadanía en todas las diócesis del país a partir del texto Transformemos nuestro entorno: Manual de construcción ciudadana, publicado por la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPS) y el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana.

Los objetivos del taller son la formación de una ciudadanía que promueva una democracia participativa y que fortalezca las capacidades ciudadanas en el ejercicio y defensa de sus derechos. Se propone también que quienes asistan a los talleres entiendan la necesidad de participar en la política en su sentido más amplio.

La política entendida como construcción del bien común y, por lo mismo, de la responsabilidad que tiene el ciudadano de involucrarse, de participar de manera activa, en la construcción de lo público a través de las diversas instancias que ya existen (juntas de vecinos, asambleas de padres de familia…) o de otras que ellos mismos puedan crear.

El presidente de la CEPS, José Leopoldo González, obispo de Nogales, Sonora, sostiene que la “construcción de una ciudadanía activa y participativa requiere procesos de formación para que las personas desarrollen las competencias que les permitan conocer y defender sus derechos y obligaciones, ejercerlos y rechazar todo acto de ilegalidad, corrupción, impunidad, violencia e injusticia”.

Uno de los grandes déficits que tiene el país es la carencia de una ciudadanía participativa y de una sociedad civil organizada. Un ciudadano medio de la Unión Europea participa en entre cuatro y seis organizaciones a la vez y una sociedad como la de Estados Unidos cuenta con 2.5 millones de organizaciones ciudadanas contra sólo 40,000 en el caso de México.

Desde el 2007 doy un curso de Sociedad Civil y Grupos de Interés, en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad Iberoamericana, Campus Santa Fe. Estoy convencido de que el gobierno, las universidades, los partidos, las iglesias, los sindicatos y las empresas privadas deberían formar y promover la organización de la sociedad civil en la ciudadanía.

La ciudadanía en nuestro país participa poco, muy poco, en la construcción de lo público. Hasta ahora esta tarea sólo ha sido patrimonio exclusivo, real monopolio, de los gobiernos y los partidos. La gobernanza exige la acción concertada del gobierno, el mercado y la sociedad civil organizada.

Celebro esta iniciativa de los obispos mexicanos y les deseo el mayor de los éxitos. Debería ser ejemplo para otros actores sociales. En la medida en que crezca la participación ciudadana y aumente el número de las organizaciones de la sociedad civil, el país será mejor. De eso no tengo duda.

 

Rubén Aguilar Valenzuela

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