A la mitad del camino, Margarita Zavala está a 40 por ciento de las firmas necesarias para estar en la boleta electoral. Está por debajo del ritmo requerido para lograrlo, pero con una buena estrategia, dinero y hasta con una pequeña ayuda de sus amigos, puede llegar a la fecha establecida con las 866 mil firmas para competir por la presidencia. Una vez que ya está decidido que sí habrá Frente, ahora llamado Por México, y que Ricardo Anaya será el candidato de esta coalición, la pregunta es a quién afecta o beneficia la presencia de Zavala en la boleta.
Todas las encuestas publicadas hasta ahora (Universal, Financiero, Reforma y GEA-ISA) ponen a Margarita entre 10 y 16 por ciento de la intención de voto. De hecho, el promedio de las cuatro es 12, aunque tres de ellas la ponen entre 10 y 11. Para efectos de este ejercicio consideremos que el peso electoral de Zavala antes de arrancar la campaña es de 12 puntos. La mayoría de ellos se los quitó al PAN, que es de donde salió. Para tener el panorama completo, el promedio de las cuatro encuestas del resto de los candidatos están así: López Obrador 35%; Anaya, 25% y Meade 21 por ciento.
¿Si Margarita Zavala crece lo hará sobre votos del PAN o sobre votos de Meade? Difícilmente le quitará al PAN más de lo que ya le quitó, a menos que Ricardo Anaya cometa errores muy graves que lleven a los votantes azules, que nunca podrán votar por el PRI, a buscar en Zavala su segunda mejor opción. El otro lugar de donde puede abrevar Margarita es del voto de Meade, ese grupo que considera que el candidato priista es el correcto pero que el partido le pesa demasiado. Ese voto conservador, en el sentido de que prefiere no tomar riesgos económicos y que quiere que todo se mantenga más o menos igual que en los últimos años, puede ir de Meade a Margarita, pero también de Margarita a Meade.
El candidato del PRI no solo tendrá que cargar con los pecados del gobierno de Peña sino también con los de Calderón
El Frente y el PRI irán pues a buscar en primera instancia el voto de Margarita Zavala. Hoy por hoy es la débil de la contienda, quien tiene menos estructura y la que pesa menos electoralmente. Ambos apelarán al voto útil, pero por diferentes vías. Paradójicamente, a quien más le pesará el calderonismo será a Meade y no a Anaya. Esto es, el candidato del PRI no solo tendrá que cargar con los pecados del gobierno de Peña sino también con los de Calderón. Los optimistas dirán que también con los positivos de ambos presidentes, y es cierto. La pregunta es: ¿se imagina usted a Margarita Zavala, en caso de lograr la candidatura, renunciando a media campaña a favor de Meade? La política, decía Groucho Marx, hace muy extraños compañeros de cama, así que ni eso podemos descartar.
Diego Petersen