viernes, julio 26, 2024

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Por qué esta nota va a cambiar tu cerebro (y otros 3 datos sobre la neurociencia de la lectura)

El título de esta nota suena pretencioso, pero es un simple dato científico: leer cambia la química, física, anatomía y fisiología del cerebro.

La duda es qué tanto conseguirá transformarlo. De acuerdo con el neurobiólogo español Francisco Mora, dependerá de que el texto logre despertar tu curiosidad y, sobre todo, tus emociones.

“Solo se puede aprender aquello que se ama”, decía Mora en el libro “Neuroeducación”, publicado hace 8 años. Este ensayo sobre cómo la ciencia del cerebro puede mejorar la forma en que se enseña y aprende lleva 48.000 ejemplares vendidos y acaba de llegar a su tercera edición.

El año pasado el también docente universitario publicó “Neuroeducación y lectura” para ampliar uno de los temas centrales de su anterior bestseller y que considera “la verdadera gran revolución humana”: la capacidad de leer.

Previo a su charla en el marco del Hay Festival Arequipa, Mora habló con BBC Mundo sobre el cerebro, la educación y la lectura, diálogo resumido aquí en cuatro grandes datos.

1. Leer es un proceso artificial y reciente

“La capacidad de hablar la hemos adquirido por procesos de mutaciones genéticas con el Homo habilis hace unos 2 a 3 millones de años”, dice Mora.

Desde aquel entonces, los humanos nacemos con los circuitos neuronales del lenguaje, aunque vale la pena aclarar que la acción de hablar solo se aprende en contacto con otros.

“Se podría decir que nacemos con un disco cerebral en el que poder grabar, pero que estará vacío si no se graba nada en él”, escribe en “Neuroeducación y lectura”.

En cambio, la lectura nació hace apenas unos 6.000 años por la necesidad de comunicarnos más allá de la tribu propia, del corto alcance del boca a boca.

Además, su base no es genética sino artificial o, mejor dicho, cultural.

“Leer es un proceso que al no estar genéticamente codificado (y, por tanto, no es transmitido por la herencia) se repite costosamente en cada ser humano y necesita cada vez del trabajo duro del aprendizaje y la memoria”, explica en el libro.

Y agrega: “Leer, y desde luego leer bien o muy bien, requiere un laborioso proceso de aprendizaje, atención, memoria y entrenamiento explícito que dura años e, incluso, gran parte de toda la vida si se aspira a leer de un modo altamente eficiente”.

Pero lo de “costoso” y “laborioso” no tiene por qué significar sufrimiento, aclara Mora, quien a los 4 años comenzó a vivir “el castigo de la lectura en el colegio” por el desconocimiento de sus educadores sobre cómo funciona el cerebro del niño.

2. Aprender a leer más temprano no te hace más inteligente

Los niños son “verdaderas máquinas de aprender” ya desde el útero, escribe el investigador y divulgador. De hecho, continúa, “el ser humano necesita aprenderlo casi todo”.

La lectura es uno de esos grandes hitos en el desarrollo infantil, uno que llena a los padres de orgullo… o de preocupación.

“Cuando una madre se da cuenta de que a su niño de 5 años todavía le cuesta mucho aprender a leer y que el vecinito de enfrente con 4 años ya lee de corrido, se puede preguntar: ¿es que mi niño es más torpe?”, dice.

Sin embargo, la neurociencia ha demostrado que para aprender a leer, hay ciertas partes del cerebro que tienen que haber madurado previamente, algo que puede llegar a suceder a los 3 años, pero que por lo general culmina cuando tienen 6 o 7 años.

Por eso, escribe, lo aconsejable es que la lectura se empiece a enseñar formalmente a los 7 años, “edad en la que, casi seguro, las áreas cerebrales base de la lectura están en todos los niños lo suficientemente desarrolladas y maduras para captar en todo su sentido y emoción la tarea de comenzar a leer. Precisamente esa es la edad en la que se empieza a aprender a leer en ese país tan avanzado en la enseñanza que es Finlandia”.

Este es uno de los ejemplos que más le gusta usar para explicar la importancia de la neuroeducación, o sea, una educación basada en cómo funciona el cerebro.

Es que además de que forzar a un niño a aprender a leer prematuramente puede provocarle un sufrimiento y frustración innecesarios, que lo logre a los 3 o 4 años no tiene trascendencia alguna a futuro.

En otras palabras, no le da una ventaja académica ni lo hace más inteligente.

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