Entramos a la recta final de la campaña y los números en las encuestas no cambian la perspectiva inicial que se tenía el 30 de marzo. Lo que conocimos esta semana indica que se incrementa la ventaja que López Obrador tiene sobre los demás y que se cierra la contienda por el segundo lugar, situación que por cierto favorece al puntero.
Cada vez que la agenda pública se concentra en un tema alejado de la elección se podría decir que favorece a quien quiere que la campaña termine, en este caso López Obrador, quien —como lo he mencionado desde hace semanas— prácticamente está buscando que pase rápido el tiempo. Su ventaja es tan amplia que le permitiría llevarse muchos puestos en los estados y con mucha probabilidad la mayoría en el Senado y la Cámara de Diputados. El hecho de que en la semana 10 aparecieran temas como la imposición de aranceles al acero y al aluminio mexicano, la tragedia del Volcán de Fuego en Guatemala o el mal juego y los escándalos alrededor de la Selección Mexicana de Futbol no ayudan mucho a Anaya o a Meade para posicionar sus temas.
En el caso de José Antonio Meade, quien es el que mejor desarrollo ha tenido después del debate del 20 de mayo, su cambio de estrategia es notoria, enfocada ahora en fortalecer el orgullo priista en cada estado que visita, buscando que su campaña crezca de abajo hacia arriba. A diferencia de su estrategia inicial que buscaba centrar la campaña en su imagen, el cambio implica arroparse con el priismo de base y montar en él las virtudes del candidato. Pronto veremos si esto le da resultado, pero por lo pronto su campaña aprovechó la presencia de manifestaciones y bloqueos a veces violentos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en varios estados para ligarla a López Obrador y a su intención de cancelar la reforma educativa, una reforma que aunque tenga detractores entre grupos magisteriales goza de apoyo entre padres de familia y de buena parte de la población. Este tema, que le cayó providencialmente (creo), se une al de Nestora Salgado, que sigue siendo bandera en mítines y en piezas comerciales.
Anaya, quien a pesar de tener eventos buenos no ha logrado colocar un tema importante ni a favor ni en contra, esta semana trató (inútilmente, creo yo) de aprovechar un buen momento en la Universidad Iberoamericana y la negativa de sus rivales a asistir para convertirlo en un punto de quiebre de la campaña. El pretexto fue la relevancia que tuvo esa universidad en la creación del movimiento #YoSoy132 en 2012, pero eso se generó por un error y no por aciertos, así que a pesar del spin que intentaron darle su visita no logró despertar mayor interés del que sus voceros le dieron. Mientras tanto, su estrategia en los debates de miembros de su equipo en medios siguió siendo atacar a AMLO y no voltear a ver en forma importante a los demás.
En el caso de El Bronco, su campaña parece que, faltando pocas semanas, no ha logrado despertar el interés que quisiera, pero él sigue insistiendo en generar atención con estrategias disruptivas. Revivió en anuncios su postura de “mochar manos” a políticos corruptos y amenaza con demandar a funcionarios del INE por “dañar su imagen” cuando mostraron la situación de las firmas que recolectó.
Dos eventos podemos decir que se presentaron y que atraen la atención más allá de las campañas individuales. El primero es la reaparición de la violencia extrema que se está generando en las campañas locales, que no se ubica en un solo lugar ni contra un solo partido. Vimos asesinatos y atentados en Puebla, Oaxaca, Tamaulipas, Quintana Roo y muchos otros estados, de manera que van más de 100 políticos asesinados, cifra que nunca se había visto y que evidencia la situación de inseguridad que se vive y la intención del crimen organizado por controlar los resultados en sus zonas de influencia.
El otro evento fue la reunión de los candidatos con el Consejo Mexicano de Negocios, que reúne a la mayoría de los empresarios más importantes del país y que generó el morbo de cómo sería su encuentro con López Obrador, quien en varias ocasiones les ha endilgado a varios de ellos acusaciones que hacían prever un encuentro ríspido. La reunión fue a puerta cerrada pero lo que se conoce es que sí le reclamaron sus palabras y sus posturas hacia algunos temas, pero que AMLO se mantuvo en su dicho respecto a algunos de ellos. Sin embargo, la comunicación al respecto fue positiva para las dos partes: para los empresarios, por mostrarse abiertos a las propuestas y para López Obrador, por asistir y abrir la posibilidad de trabajar juntos para lograr cumplir sus planes en caso de ganar. Los otros tres candidatos también se reunieron con los empresarios y no es noticia que les haya ido bien. Sin embargo, el interés se centraba, por los encontronazos previos, en AMLO.
Para la semana 11 hay dos eventos relevantes en puerta: el debate con la tercera y última oportunidad de verlos juntos e intentar que se genere un nuevo impulso a cada campaña, y dos días después el inicio del Mundial de Futbol en Rusia que inevitablemente distraerá las conversaciones.
Roy Campos