El eclipse total que se aproxima les trajo a muchos a la memoria a Jacobo Zabludovsky, que narró el de 1991.
Durante casi medio siglo, las cosas existían o no existían si pasaban por su boca, si lo dijo o no Jacobo.
Así, aplaudió, elogió y mintió por el PRI y sus gobiernos, al tiempo en que desapareció la represión del 68 y de los años 60 y 70, las luchas obreras y campesinas, la violencia y la corrupción del partidazo, las insurgencias cívica del terremoto del 85 y universitaria de la huelga del 86-87.
Por supuesto, sepultó el reto del Frente Democrático Nacional y manipuló la información sobre la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas, coadyuvó a montar las farsas perversas del año crítico de 1994, tergiversó el alzamiento del EZLN y justificó la persecución de 1995.
Tras salir de Televisa en 2000… Jacobo se volvió «crítico». Se reconcilió con Cuauhtémoc y, en la radio, «abrió espacios» a voces disidentes. Pasó 15 años tratando de lavar sus culpas de 50, o por lo menos, su sucia cara.
Ya no hubo una voz dominante en la televisión. Pero la memoria de mucha gente es demasiado corta, indulgente o sumisa.
Hoy, con una estatura muchísimo menor pero todavía capaz de difamar masivamente y generar malestar, Javier Alatorre es su diminuto reemplazo.
Tan servil, humillado y arrastrado con Ricardo Salinas Pliego como Jacobo lo fue con Emilio Azcárraga Milmo.
Y tan nocivo para la sociedad.
Témoris Grecko
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