viernes, julio 26, 2024

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Desentrañando la violencia económica: desde la raíz hasta la resiliencia

BERENICE AGUILAR VÁZQUEZ

Letras Iberoamericanas/Tuitstar

La violencia intrafamiliar o violencia domestica no siempre es física. Existen muchas conductas que un abusador realiza para tener control sobre su víctima, una de ellas es controlar su dinero. A esto se le conoce como violencia económica.

Este tipo de violencia es un fenómeno insidioso que afecta a individuos en todas las capas sociales, tiene sus raíces en desequilibrios estructurales y patrones culturales arraigados.

Es también un fenómeno silencioso pero impactante que afecta la autonomía y bienestar de las víctimas.

La violencia económica puede adoptar diversas formas, desde la prohibición de trabajar hasta la imposición de límites en el acceso a recursos financieros. Esto puede dejar a las víctimas en una posición vulnerable, dependiendo económicamente del agresor. También puede incluir el control excesivo sobre el presupuesto familiar, limitando la capacidad de la víctima para tomar decisiones financieras independientes.

Además, la violencia económica puede interconectarse con otros tipos de violencia, como la física o la emocional, creando un entorno tóxico y difícil de escapar.

Desde el desarrollo temprano, las desigualdades de género en la educación y el acceso al empleo contribuyen a la creación de un terreno fértil para este tipo de abuso.

Las normas de género y los roles tradicionales a menudo establecen expectativas predefinidas sobre el comportamiento y las responsabilidades de hombres y mujeres. Estas expectativas pueden contribuir a la perpetuación de la violencia económica de diversas maneras:

La desigualdad en la educación y oportunidades laborales interactúan negativamente ya que las normas de género a menudo limitan el acceso de las mujeres a la educación y oportunidades laborales. Esto crea un desequilibrio desde el principio, afectando la capacidad de las mujeres para acceder a trabajos bien remunerados y, por ende, independencia financiera.

La brecha salarial entre hombres y mujeres refleja desigualdades estructurales. Este fenómeno contribuye directamente a la vulnerabilidad financiera de las mujeres, haciéndolas más propensas a la dependencia económica y a situaciones de violencia.

Es importante mencionar los roles de cuidado no remunerados: Las expec{el acceso de las mujeres a recursos financieros, dejándolas vulnerables a la manipulación económica.{

Es preciso mencionar que en algunas sociedades, las mujeres exitosas económicamente pueden enfrentar estigmatización o discriminación. Esto puede actuar como un impedimento para que las mujeres busquen el éxito económico y refuerza la idea de que su papel principal es el cuidado del hogar.

La superación de estas normas de género implica desafiar las expectativas tradicionales y abogar por la igualdad de oportunidades en la educación, el empleo y la toma de decisiones financieras. Este cambio cultural es esencial para abordar la violencia económica desde su raíz.

Frente a las normas de género y los roles tradicionales, es necesario destacar las estrategias para empoderar a las víctimas. Esto implica proporcionarles recursos y apoyo para que puedan tomar el control de sus vidas financieras.

Aquí cito algunos elementos clave para contextualizar este proceso:

La educación financiera es en mi opinión, la base del cambio ya que con un sencillo programa educativo que enseñe habilidades financieras básicas, como presupuestar, ahorrar e invertir, permitirá a las víctimas desarrollar una comprensión sólida de sus finanzas.

Hay que ofrecer capacitación y oportunidades para el desarrollo de habilidades laborales, facilitando a las víctimas la entrada o el retorno al mercado laboral y mejorando sus perspectivas económicas.

Es imprescindible brindar servicios de asesoramiento financiero y legal para ayudar a las víctimas a comprender sus derechos, tomar decisiones informadas y planificar estrategias para recuperar el control de sus finanzas.

Las redes de apoyo comunitario son un gran complemento ya que las víctimas puedan compartir experiencias, obtener orientación y recibir apoyo emocional. La solidaridad entre personas que han enfrentado situaciones similares puede ser poderosa.

Hay que garantizar el acceso a refugios y recursos de emergencia que brinden un entorno seguro para las víctimas, aliviando las preocupaciones inmediatas y proporcionando un punto de partida para la reconstrucción.

La asistencia legal ayudará a las víctimas a tomar medidas legales contra sus agresores, garantizando que tengan la protección necesaria y se haga justicia.

Un programa incluyente deberá trabajar en la sensibilización pública para eliminar el estigma asociado con ser víctima de violencia económica, fomentando un entorno de comprensión y apoyo.

Finalmente, hay que promover iniciativas que fomenten la inclusión laboral de las víctimas, permitiéndoles establecer independencia económica y superar las barreras que puedan surgir debido a su experiencia.

Al abordar estos aspectos, se contribuye a empoderar a las víctimas de violencia económica, permitiéndoles reconstruir sus vidas y avanzar hacia un futuro más independiente y seguro.

¿Y cómo se llevarían a cabo estas gestiones? ¿Quién o cómo se lograría enfrentar este tipo de violencia?

En primer sitio están las ONGs especializadas en derechos de las mujeres, violencia de género y asistencia social. De la misma forma las agencias gubernamentales, las instituciones educativas, abogados para reparar el daño legal a la víctima, los institutos de salud mental, etc, desempeñan un papel crucial.

La colaboración entre estos actores es esencial para abordar de manera efectiva la violencia económica y brindar un sistema integral de apoyo a las víctimas. Un enfoque multidisciplinario que combine esfuerzos gubernamentales, organizaciones no gubernamentales y la participación activa de la sociedad puede generar un impacto significativo en el empoderamiento y la protección de las víctimas.

En la lucha contra la violencia económica, la clave reside en reconocer su complejidad y abordar sus raíces profundas.

Un gobierno comprometido con políticas y leyes sólidas, que destine recursos financieros y humanos suficientes, que facilite el acceso a servicios legales gratuitos o asequibles para que las víctimas, ágil para implementar campañas de sensibilización pública, coordinado, incluyente y que establezca mecanismos de seguimiento y evaluación, podrá desempeñar un papel crucial en la prevención y la respuesta efectiva a la violencia económica, construyendo un entorno más seguro y equitativo para todas las personas.

Desafortunadamente, esto no ha sido posible con el gobierno indolente e indiferente de la 4T pero si en junio próximo le apostamos al cambio, podremos felizmente unir esfuerzos a través de políticas gubernamentales, iniciativas comunitarias y cambios culturales, que forjen el camino hacia una sociedad donde la autonomía financiera sea un derecho inalienable, y la violencia econviolómica, una sombra del pasado.

Juntos, sociedad y gobierno, construyamos un futuro donde la equidad económica sea la norma y el empoderamiento sea la respuesta a la opresión.

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