La ONU considera que el matrimonio infantil –sea formal o informal– es una grave violación a los derechos de los menos; pero en México esta práctica no está penada y en algunas entidades federativas aún es legal. Las parejas de niñas y adolescentes, en su mayoría, son hombres hasta 30 años mayores que ellas.

Muchas mujeres, incluso, son obligadas a casarse porque a los padres se les paga una dote, una “tradición cultural” en algunos pueblos indígenas. Además, más de la mitad de la población de cero a 18 años vive en situación de pobreza, lo que implica carencias en muchos de sus derechos, orillando a muchas menores a “elegir” casarse.