Por Gustavo Leal F.
En un cuadro poco alentador para quienes pasarán a retiro, casi todas las recientes alusiones de AMLO sobre pensiones han ocurrido en actos y frente a (cuestionados) liderazgos del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Después de operar un tibio ajuste al apartado A –diciembre 2020– que preservando las Afore, sólo patea el bote al año 2030, apenas el 24 de octubre pasado reconoció que “yo termino en meses mi mandato; creo que va a continuar la transformación y a lo mejor vamos a dejar a quién venga al relevo esa petición” del sindicato de maestros (Presidencia de la República).
¿Y qué es lo que legará al “relevo”? Según AMLO, “durante” el periodo neoliberal se “pusieron” las pensiones de trabajadores y maestros en manos de financieros: las privatizaron. Si no se corrige, un maestro va a terminar recibiendo, cuando se jubile, cuando mucho, la mitad de lo que ganaba cuando trabajaba, y a veces menos.
¿Cuánto? Treinta por ciento. “Buscamos la forma de revertir esa decisión. Es también un asunto de responsabilidad. Porque puedo decir: ‘sí, y sólo queda el año próximo’. Hay que aportar para revertir esa contrarreforma”. Después, en Río Blanco (7 de enero pasado) y nuevamente frente a la cuestionada cúpula del SNTE, sostuvo: “Hago el compromiso” (que plantearon el sindicato de maestros y otros trabajadores), vamos a revisar la contrarreforma laboral de Zedillo, la de pensiones.
Vamos a hacer una propuesta, porque es completamente inhumano, injusto, que un trabajador después de 30 años de estar laborando, cuando termina ni siquiera recibe –porque así esta esa reforma– su salario cuando estaba en activo, sino la mitad, si le va bien, de ese salario. Ya no va a continuar así. Voy a enviar una ‘reforma’ a esa legislación antiobrerista, contraria a los intereses del trabajador”. Esta declaración no es clara.
Si ya había operado el tibio ajuste al apartado A (diciembre de 2020), ¿porqué aludir ahora a la contrarreforma de Zedillo? ¿O prevé cumplir con la oferta –también de diciembre de 2020– de hacer algo “similar en el apartado B, donde están maestros y todos los trabajadores al servicio del Estado? De ser el caso, conviene observar que AMLO omitió el impacto de las uma, principal demanda del magisterio democrático (CNTE).
Anticipándose, el SNTE (y sus cuestionados actuarios) la celebró como propia adjudicándose incrementar el número de uma para jubilados y aumentar la aportación del ahorro solidario en Pensionissste, preservando las autopensiones por cuentas individuales. Nada, por cierto, para los trabajadores activos del artículo décimo transitorio de la Nueva Ley del Issste (2007), donde se ubica la gran mayoría de quienes no optaron por el sistema privatizado en Pensionissste.
Y, a diferencia del tibio ajuste operado en el apartado A, en el que no se les cobró un quinto extra a los trabajadores, en este caso, el incremento del ahorro solidario correría a cuenta de sus bolsillos con aportación iguales del patrón. Luego, en la conferencia de prensa del 9 de enero precisó que “vamos a dar a conocer la reforma. Ya se empezó a trabajar.
Pensamos cómo compensar para que, mínimo, el trabajador al jubilarse, reciba lo que obtiene en activo. Que no reciba la mitad o 40 por ciento. Ya logramos una reforma (diciembre 2020), pero no es completa. Vamos a profundizarla. Nos ayudó el sector privado incrementando sus cuotas. Sin embargo, no es suficiente. Vamos a hacer un análisis, una corrida, para ver cuánto necesitamos.
Que el gobierno ayude. La reforma de hace 30 años (Zedillo) –fue en 1997– va a pegar fuerte el próximo sexenio. Igual, la reforma de Calderón al Issste. O sea, para todos: trabajadores del Seguro Social y del Issste. Quien administre puede ser la afore o puede ser directamente el gobierno. Queremos que el jubilado reciba una pensión digna, lo mismo que recibe cuando decide jubilarse”, lo que no se logra con las leyes actuales.
Todavía en conferencia de prensa (12 de enero pasado) ofreció reformas para “reivindicar” a los trabajadores luego de reformas “contrarias” a derechos laborales. ¿Los actuarios hicieron mal las corridas o era una política “deliberada”? Que el trabajador se jubile y reciba como pensión su sueldo, el cien por ciento.
Tanto para trabajadores del Seguro Social como del Issste, el gobierno va a ir aportando lo que no ha aportado antes para que progresivamente reciba cuando se jubile su sueldo y no la mitad. Así que habrá que conocer la iniciativa presidencial esperando que se ajuste al dicho, mejorando efectivamente el salario base de cotización –determinante real del nivel de la pensión– y detonando a fondo el debate nacional sobre la enorme prioridad del asunto, evitando los interesados pretextos, sesgos, atajos y reducciones economicistas, así como las “propuestas” que sobreviven en el pasado o son “multipilares” (eclécticas).
Preservando las afore y sin remodelaje integral del sistema, se corre el riesgo de seguir subsidiando un modelo –de por sí hipersubsidiado– que nunca pagará pensiones dignas.
UAM-X