Vaya información que el lunes nos compartió Raymundo Riva Palacio en su columna de El Financiero. Nos enteramos por él -y por la Casa Blanca, porque el gobierno de México calla como momia (por citar a un clásico)- que en el Diálogo Económico de Alto Nivel entre los Estados Unidos y México, se sentaron las bases de una alianza norteamericana para enfrentar los desafíos geopolíticos que conllevan la creciente importancia económica y comercial de China y los intentos de Rusia por reforzar sus posiciones en América Latina, con el ánimo de tener fichas para negociar sus intereses estratégicos en Europa y Asia.
Al corazoncito del presidente López Obrador seguramente le gustaría ampliar las relaciones con China y Rusia para mantener margen de maniobra frente a los Estados Unidos, pero la geografía y la historia son inmutables (por lo menos en el tiempo de los hombres) y somos norteamericanos de cepa, nos guste o no. No es por nada que durante siglos se conoció a nuestro territorio como la América Septentrional. Más allá de las preferencias ideológicas del presidente se impone nuestra importancia geoestratégica.
En un mundo que está entrando de lleno a la edad de la información y la comunicación es lógico que la prioridad de Estados Unidos sea mantener un entorno seguro en materia de cibernética, comunicación e infraestructura. Con tres mil kilómetros de frontera compartida, México es el territorio más importante para la seguridad de Estados Unidos, por lo que pretende unificar criterios tecnológicos y regulatorios ante la inminencia de una nueva guerra: la informática.
Estados Unidos ha intentado acercamientos con México para que nos integremos a la Red Limpia, que no es otra cosa que una política de ciberseguridad para el desarrollo y la operación de las nuevas redes 5G, en las que China claramente lleva ventaja con Huawei y ZTE. Estados Unidos y varios de sus aliados afirman que el gobierno chino tiene la capacidad de espiar a través de la infraestructura de telecomunicaciones de Huawei. Por su parte, tanto la empresa como China lo niegan categóricamente. En mi opinión, tanto los Estados Unidos como China espían a todo el mundo y, cada uno por su lado, pretende limitar la capacidad de operación de su contraparte. El tema aquí es que debemos decidir con quién nos vamos a alinear; decisión que me parece obvia por vecindad geográfica, valores occidentales compartidos y una creciente interdependencia económica e integración cultural.
México debió haber previsto que esto era inminente antes de apostar miles de millones de dólares en equipamiento de telecomunicaciones con tecnología china. Ya en 2013 y en este mismo espacio, llamé la atención sobre el error cometido por la entonces Comisión Federal de Telecomunicaciones al haber adoptado el estándar asiático para la banda de 700 MHz (698-806 MHz)(APT 700): “Es cierto que un gran número de países de Asia, varios del medio oriente y África y algunos de Latinoamérica, con un mercado de casi 3,000 millones de habitantes, han adoptado o se han pronunciado a favor del estándar APT 700, mientras que sólo los EE.UU. y Canadá, con 350 millones de habitantes, han adoptado el estándar USA 700. En principio, dada la gran diferencia en términos de mercado potencial, se considera que el estándar APT 700 tendrá mayores economías de escala y eficiencia en costos, tanto para el equipamiento de la red como para los equipos terminales. No obstante, México no es Brasil y comparte con los Estados Unidos una gran frontera. De la misma forma en que lo hizo Canadá, México debió analizar con cuidado todos los aspectos técnicos, incluido el relativo a la seguridad regional, antes de adoptar el estándar asiático”-señalé. Que no digan que nadie lo advirtió.
Gerardo Soria