A querer o no, la contienda interna de la oposición, sin menospreciar la trayectoria y el desempeño de Santiago Creel en el Frente Amplio por México, será entre dos mujeres: Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes.
Beatriz, senadora de la República, es una mujer con una trayectoria de casi medio siglo en la política y que ha recorrido casi todas las posiciones políticas y de poder a la que una persona en este medio puede aspirar. Inició muy joven su carrera y ha sido una persona muy destacada y funcional para su partido y para los cargos que ha representado.
Respetada y respetable, representa para muchos la voz de la experiencia, pero también al sistema político mexicano constructor de instituciones, disciplinado, de militancia, de estructuras corporativas y de partido de Estado, que sorpresivamente aparece como la carta mejor posicionada de lo que ella representa.
Frente a ella se planta como alternativa una mujer disruptiva identificada con la ciudadanía quien nunca se hubiera animado a participar de no haber existido un método transparente y basado en la participación ciudadana y quien contrasta con la forma tradicional de hacer política: la senadora Xóchitl Gálvez, cuyos apoyos espontáneos la hicieron crecer como la espuma.
Y sí, la realidad es esa: una contienda basada en un método propuesto por la ciudadanía, con un árbitro mayoritariamente ciudadano y basado en la apertura a una consulta directa a la gente en la que, sin embargo participan y operan las estructuras partidistas, frente a la novatez de una sociedad civil que es más voluntariosa que organizada.
Ese es el verdadero reto, hasta dónde esa ola ciudadana, ese despertar cívico será capaz de acudir a las urnas ese 3 de septiembre y ratificar que lo que quiere es un cambio, asumir su responsabilidad y construir por sí misma el modelo de país que quiere hacia el futuro, o sucumbir ante la apatía y dejar en manos de los partidos la operación de una consulta pensada y organizada para ser una fiesta cívica.
Porque a nadie le quepa duda que las estructuras y bases del PRI apoyarán con todo lo que les queda a la aspirante de su partido y es válido aunque le incomode a muchos.
Es aquí donde la ciudadanía tiene que demostrar que es capaz de “derrotar” con su participación a la vieja forma de operar de los partidos e inundar las urnas. De otra manera, no habrá forma de derrotar a Morena en las elecciones constitucionales de 2024.
AMADO AVENDAÑO
Periodista. Analista político