El Presidente quiere que su propuesta de Reforma Eléctrica sea aprobada sin modificación alguna. Lo dijo desde que envió su proyecto al Legislativo, pero en el camino ha enfrentado, como era de esperarse, una buena cantidad de críticas y contrapropuestas dignas de atención.
El problema en algunas de las propuestas del tabasqueño es que por su contenido no pueden ser aprobadas en automático. Requieren de espacios para la reflexión y escuchar y considerar a los actores participantes. Al Presidente está visto que no le gusta el intercambio de opiniones y más en asuntos que le son de primera importancia. A menudo se mueve bajo el voy derecho y no me quito pasando por alto las formas y la posibilidad de enriquecer sus propuestas.
La Reforma Eléctrica camina por estos derroteros. Se quiere aprobar a como dé lugar y no se atiende en Palacio Nacional lo que dicen especialistas, la industria y los mercados y tratados internacionales. Existe una preocupación genuina en la sociedad de lo que será el futuro inmediato y mediato de la electricidad en el país.
Las experiencias en diferentes países están evidenciando que es fundamental definirse a futuro vía la consolidación de las energías limpias. Los costos de energía han ido creciendo ante lo que los gobiernos no pueden pasársela subsidiándola, más bien tienen que buscar alternativas e ir resolviendo los problemas que ya se ve no nos dejarán a futuro.
En el Legislativo se propuso un Parlamento Abierto para escuchar todas las voces, a pesar de que no todos estaban de acuerdo. Quizá en Morena no les quedó de otra, porque no había manera de que la reforma fuera aprobada si antes no había un debate. En el partido vieron también la posibilidad de que fuera un instrumento para “convencer” a la oposición.
El ejercicio fue realmente positivo. Si bien desde el principio quedó claro que el Parlamento Abierto no obligaba al Legislativo a integrar las propuestas que se hicieran a la Reforma Eléctrica, las discusiones fueron de enorme relevancia, porque se encontraron quienes están en favor y en contra de la reforma.
Los debates dejaron un buen número de propuestas y alternativas a la reforma. Si bien en algunos casos el tema se politizó en la mayoría de las mesas, prevaleció un espíritu propositivo a través de la mirada de funcionarios, especialistas, técnicos, académicos y de empresarios.
Tuvimos la oportunidad de participar vía el Canal del Congreso en varias mesas. Hacia el final de cada una de ellas me permitía preguntar si creían que después de lo debatido la reforma tenía que pasar como estaba o merecía modificaciones.
De las siete mesas en que participamos sólo en una de ellas los participantes estuvieron en favor de la Reforma Eléctrica sin modificaciones. En el resto, prevaleció la idea de que eran necesarios cambios que permitieran fortalecerla y actualizarla.
Los debates generaron una gran cantidad de propuestas que a decir de legisladores morenistas serían de gran utilidad, a la vez que ayudarían a un consenso en el pleno cuando se discuta.
Hay que hacer valer el Parlamento Abierto. Los debates fueron relevantes en todos los sentidos. Los participantes fueron convencidos entendiendo el momento que se vive y la relevancia que tenía participar para enriquecer una reforma trascendental.
El Presidente debe entender y le deben hacer entender que la reforma merece modificaciones, al hacerlo no pierde, más bien gana y ganamos. Sin embargo, no se puede soslayar que con parlamento o sin él se viene otro máscara contra cabellera.
RESQUICIOS
Cuando se preguntan dónde estaban los críticos de la construcción del Tren Maya en momentos en que se afectó el medio ambiente por otro tipo de obras, diríamos que si bien pudieran merecer señalamientos, esto no les quita el derecho a hablar, criticar y hacer valer su opinión. La cuestión está en si tienen razón o no y que, sean quienes sean, tienen el derecho y libertad para hablar, señalar y criticar.
Javier Solórzano